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Una Vez Atrapado
Blake Pierce


Un Misterio de Riley Paige #13
ВЎUna obra maestra del gГ©nero del thriller y misterio! El autor hizo un trabajo magnГ­fico desarrollando a los personajes psicolГіgicamente, tanto asГ­ que sientes que estГЎs en sus mentes, vives sus temores y aclamas sus Г©xitos. La trama es muy inteligente y te mantendrГЎ entretenido durante todo el libro. Este libro te mantendrГЎ pasando pГЎginas hasta bien entrada la noche debido a sus giros inesperados. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre Una vez desaparecido) UNA VEZ ATRAPADO es el libro #13 de la serie exitosa de misterio de Riley Paige, que comienza con el bestseller UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1), ВЎuna descarga gratuita con mГЎs de 1. 000 opiniones de cinco estrellas! En este thriller psicolГіgico oscuro, un esposo rico aparece muerto, y su esposa abusada es acusada del crimen. Ella llama a Riley en busca de ayuda, pero parece evidente que es culpable. Pero luego llaman al FBI cuando otro esposo rico y abusivo aparece muerto, y la agente especial del FBI Riley Paige se pregunta si todo el asunto es una coincidencia, o si podrГ­a ser obra de un asesino en serie. Riley comienza a jugar al gato y al ratГіn y se da cuenta de que se estГЎ enfrentando a un asesino brillante e impredecible, uno sin un mГіvil evidente, y uno decidido a seguir matando hasta ser atrapado. Un thriller lleno de acciГіn con suspenso emocionante, UNA VEZ ATRAPADO es el libro #13 de una nueva serie fascinante, con un nuevo personaje querido, que te dejarГЎ pasando pГЎginas hasta bien entrada la noche. El Libro #14 de la serie de Riley Paige estarГЎ disponible pronto.







U N A V E Z A T R A P A D O



(UN MISTERIO DE RILEY PAIGE—LIBRO 13)



B L A K E P I E R C E


Blake Pierce



Blake Pierce es el autor de la serie exitosa de misterio RILEY PAIGE que cuenta con trece libros hasta los momentos. Blake Pierce tambiГ©n es el autor de la serie de misterio de MACKENZIE WHITE (que cuenta con nueve libros), de la serie de misterio de AVERY BLACK (que cuenta con seis libros), de la serie de misterio de KERI LOCKE (que cuenta con cinco libros), de la serie de misterio LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE (que cuenta con tres libros), de la serie de misterio de KATE WISE (que cuenta con dos libros), de la serie de misterio psicolГіgico de CHLOE FINE (que cuenta con dos libros) y de la serie de misterio psicolГіgico de JESSE HUNT (que cuenta con tres libros).



Blake Pierce es un ГЎvido lector y fan de toda la vida de los gГ©neros de misterio y los thriller. A Blake le encanta comunicarse con sus lectores, asГ­ que por favor no dudes en visitar su sitio web www.blakepierceauthor.com (http://www.blakepierceauthor.com/) para saber mГЎs y mantenerte en contacto.



Derechos de autor В© 2018 por Blake Pierce. Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de Estados Unidos de 1976 y las leyes de propiedad intelectual, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida o distribuida en cualquier forma o por cualquier medio, o almacenada en un sistema de bases de datos o de recuperaciГіn sin el previo permiso del autor. Este libro electrГіnico estГЎ licenciado para tu disfrute personal solamente. Este libro electrГіnico no puede ser revendido o dado a otras personas. Si te gustarГ­a compartir este libro con otras personas, por favor compra una copia adicional para cada destinatario. Si estГЎs leyendo este libro y no lo compraste, o no fue comprado solo para tu uso, por favor regresa a Smashwords.com y compra tu propia copia. Gracias por respetar el trabajo arduo de este autor. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, lugares, eventos e incidentes son o bien productos de la imaginaciГіn del autor o se emplean como ficciГіn. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es totalmente coincidente. Los derechos de autor de la imagen de la cubierta son de GrandDuc, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.


LIBROS ESCRITOS POR BLAKE PIERCE



SERIE DE MISTERIO PSICOLГ“GICO DE SUSPENSO DE JESSE HUNT

LA ESPOSA PERFECTA (Libro #1)

LA CUADRA PERFECTA (Libro #2)

LA CASA PERFECTA (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO PSICOLГ“GICO DE SUSPENSO DE CHLOE FINE

AL LADO (Libro #1)

LA MENTIRA DEL VECINO (Libro #2)

CALLEJГ“N SIN SALIDA (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO DE KATE WISE

SI ELLA SUPIERA (Libro #1)

SI ELLA VIERA (Libro #2)



SERIE LAS VIVENCIAS DE RILEY PAIGE

VIGILANDO (Libro #1)

ESPERANDO (Libro #2)

ATRAYENDO (Libro #3)



SERIE DE MISTERIO DE RILEY PAIGE

UNA VEZ DESAPARECIDO (Libro #1)

UNA VEZ TOMADO (Libro #2)

UNA VEZ ANHELADO (Libro #3)

UNA VEZ ATRAГЌDO (Libro #4)

UNA VEZ CAZADO (Libro #5)

UNA VEZ CONSUMIDO (Libro #6)

UNA VEZ ABANDONADO (Libro #7)

UNA VEZ ENFRIADO (Libro #8)

UNA VEZ ACECHADO (Libro #9)

UNA VEZ PERDIDO (Libro #10)

UNA VEZ ENTERRADO (Libro #11)

UNA VEZ ATADO (Libro #12)

UNA VEZ ATRAPADO (Libro #13)

UNA VEZ LATENTE (Libro #14)



SERIE DE MISTERIO DE MACKENZIE WHITE

ANTES DE QUE ASESINE (Libro #1)

ANTES DE QUE VEA (Libro #2)

ANTES DE QUE DESEE (Libro #3)

ANTES DE QUE ARREBATE (Libro #4)

ANTES DE QUE NECESITE (Libro #5)

ANTES DE QUE SIENTA (Libro #6)

ANTES DE QUE PEQUE (Libro #7)

ANTES DE QUE CACE (Libro #8)

ANTES DE QUE SE APROVECHE (Libro #9)

ANTES DE QUE ANHELE (Libro #10)

ANTES DE QUE SE DESCUIDE (Libro #11)



SERIE DE MISTERIO DE AVERY BLACK

UNA RAZГ“N PARA MATAR (Libro #1)

UNA RAZГ“N PARA HUIR (Libro #2)

UNA RAZГ“N PARA ESCONDERSE (Libro #3)

UNA RAZГ“N PARA TEMER (Libro #4)

UNA RAZГ“N PARA RESCATAR (Libro #5)

UNA RAZГ“N PARA ATERRARSE (Libro #6)



SERIE DE MISTERIO DE KERI LOCKE

UN RASTRO DE MUERTE (Libro #1)

UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2)

UN RASTRO DE VICIO (Libro #3)

UN RASTRO DE CRIMEN (Libro #4)

UN RASTRO DE ESPERANZA (Libro #5)


CONTENIDO

PRГ“LOGO (#u2b38bbcc-3a75-5758-bcaf-542c6ed5909b)

CAPГЌTULO UNO (#ub8457e7a-1a64-5dce-832c-71d6733d587c)

CAPГЌTULO DOS (#u2a831f37-bced-50a0-b155-d9161df722ed)

CAPГЌTULO TRES (#u4b5011e2-c0ab-57ad-b7dd-68e35127ba38)

CAPГЌTULO CUATRO (#ucf544739-7838-5802-820f-567d2f002a95)

CAPГЌTULO CINCO (#ub4e6e224-dd2e-5a42-8f31-aa9783f64b7c)

CAPГЌTULO SEIS (#u7944a15d-75ad-5843-bfba-555ededa03ff)

CAPГЌTULO SIETE (#u44c5ce3a-a9f2-5ab1-80ae-5c810cd5be3c)

CAPГЌTULO OCHO (#uf3a06e95-6fd2-55d5-8d14-ecfda741cf20)

CAPГЌTULO NUEVE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO DIEZ (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO ONCE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO DOCE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TRECE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO CATORCE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO QUINCE (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO DIECISÉIS (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO DIECISIETE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTIDOS (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)

CAPÍTULO VEINTISÉIS (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo)

CAPГЌTULO TREINTA Y SIETE (#litres_trial_promo)




PRГ“LOGO


Morgan Farrell no tenГ­a idea de dГіnde estaba o de dГіnde acababa de venir. Se sentГ­a como si estuviera saliendo de una niebla profunda y espesa. Algo o alguien estaba delante de ella.

Se inclinГі hacia delante y vio la cara de una mujer mirГЎndola. La mujer parecГ­a igual de perdida y confundida como Morgan se sentГ­a.

—¿Quién eres tú? —le preguntó a la mujer.

La cara articulГі las palabras al unГ­sono con ella, lo cual hizo a Morgan darse cuenta: В«Es mi reflejo.В»

Estaba mirГЎndose en un espejo.

Se sentГ­a estГєpida por no haberse reconocido de inmediato, pero no completamente sorprendida.

В«Es mi reflejoВ», volviГі a pensar.

Aunque sabГ­a que estaba mirГЎndose en un espejo, se sentГ­a como si estuviera mirando a una extraГ±a. Esta era la cara que siempre habГ­a tenido, la cara que la gente llamaba elegante y bella. Ahora parecГ­a artificial.

La cara en el espejo no parecía… viva.

Por unos momentos, Morgan se preguntГі si habГ­a muerto. Pero sentГ­a su respiraciГіn ligeramente entrecortada. TambiГ©n sentГ­a que su corazГіn latГ­a rГЎpido.

No, no estaba muerta. Pero parecГ­a estar perdida.

TratГі de poner sus ideas en orden.

«¿Dónde estoy? ¿Qué estaba haciendo antes de llegar aquí?», se preguntó.

Raro como se sentía por no saber, este era un problema familiar. Esta no era la primera vez que se había encontrado en alguna parte de la enorme casa sin saber cómo había llegado allí. Su sonambulismo era causado ​​por los múltiples tranquilizantes que el médico le había recetado, además de demasiado whisky.

Morgan solo sabГ­a que no podГ­a permitir que Andrew la viera asГ­. No tenГ­a maquillaje, y su cabello era un desastre. LevantГі una mano para alejar un mechГіn de cabello de su frente y luego vio:

В«Mi mano. EstГЎ roja. EstГЎ cubierta de sangre.В»

ObservГі como la boca en la cara reflejada se abriГі por la sorpresa.

Luego levantГі la otra mano.

TambiГ©n estaba roja de sangre.

Con un estremecimiento, se limpiГі las manos con su ropa instintivamente.

Luego se horrorizГі mГЎs. Acababa de mancharse su camisГіn de seda extremadamente caro de sangre.

Andrew se pondrГ­a furioso si se enterara.

Pero Вїcon quГ© podrГ­a limpiarse?

MirГі a su alrededor, y luego alcanzГі una toalla de mano que colgaba al lado del espejo. Mientras trataba de limpiarse las manos con ella, vio el monograma:



AF.



Esta era la toalla de su esposo.

Se obligó a centrarse en su entorno… las toallas con monogramas… las paredes brillantes de color dorado.

Estaba en el baГ±o de su esposo.

Morgan suspirГі de desesperaciГіn.

Sus andanzas nocturnas la habГ­an llevado varias veces al dormitorio de su esposo. Cuando lo despertaba, se ponГ­a furioso con ella por violar su privacidad.

Y esta vez habГ­a violentado hasta su baГ±o contiguo.

Morgan se estremeciГі. Los castigos de su esposo siempre eran crueles.

«¿Qué me hará esta vez?», pensó.

Morgan negó con la cabeza, tratando de desaturdirse. Le dolía mucho la cabeza y tenía náuseas. Obviamente había bebido mucho… y también había ingerido tranquilizantes. Y no solo había manchado una de las toallas preciosas de Andrew. También se dio cuenta de que había dejado huellas ensangrentadas por todo el mostrador blanco. Incluso había sangre en el piso de mármol.

«¿De dónde vino toda esta sangre?», se preguntó.

En ese momento, se le ocurrió una extraña posibilidad: «¿Intenté suicidarme?»

Aunque no lo recordaba, definitivamente parecГ­a posible. HabГ­a contemplado el suicidio mГЎs de una vez desde que habГ­a estado casada con Andrew. No serГ­a la primera en suicidarse en esta casa.

Mimi, la primera esposa de Andrew, se habГ­a suicidado aquГ­. TambiГ©n su hijo Kirk, apenas el pasado noviembre.

Pensó con ironía, sonriendo mientras lo hacía: «¿Acabo de intentar continuar la tradición familiar?»

Dio un paso atrГЎs para mirarse mejor.

Toda esa sangre…

Pero no parecГ­a estar herida.

Entonces, Вїde dГіnde habГ­a venido la sangre?

Se dio la vuelta y vio que la puerta que conducГ­a al dormitorio de Andrew estaba abierta.

«¿Está ahí?», se preguntó.

ВїNo se habГ­a dado cuenta de lo que habГ­a sucedido?

RespirГі mГЎs tranquila ante la posibilidad. Si estaba durmiendo profundamente, tal vez podrГ­a salir de su dormitorio sin que siquiera se diera cuenta.

Pero luego contuvo un gemido cuando cayГі en cuenta de que no serГ­a tan fГЎcil. TodavГ­a tenГ­a que lidiar con toda la sangre.

Si Andrew entraba en su baГ±o y encontraba todo este desastre, obviamente sabrГ­a que ella era culpable de alguna forma.

Para Г©l, ella siempre era la culpable de todo.

Cada vez sintiendo mГЎs pГЎnico, empezГі a limpiar el mostrador con la toalla. Pero no sirviГі de nada. Lo Гєnico que estaba haciendo era regar la sangre por todas partes. Necesitaba limpiar la sangre con agua.

Cuando estuvo a punto de abrir el grifo, se dio cuenta de que el sonido del agua corriendo seguramente despertarГ­a a Andrew. PensГі que tal vez podrГ­a cerrar la puerta del baГ±o sin hacer ruido y dejar correr el agua lo mГЎs silenciosamente que pudiera.

CaminГі de puntillas hacia la puerta. Cuando llegГі allГ­, se asomГі con cautela al dormitorio.

JadeГі ante lo que vio.

Aunque las luces estaban tenues, no habГ­a duda de que Andrew estaba tendido en la cama.

Estaba cubierto de sangre. Las sГЎbanas estaban cubiertas de sangre. Incluso habГ­a sangre en el piso alfombrado.

Morgan corriГі hacia la cama.

Los ojos de su esposo estaban abiertos en una expresiГіn aterrorizada.

В«EstГЎ muertoВ», se dio cuenta Morgan. Ella no habГ­a muerto, pero Andrew sГ­.

ВїSe habГ­a suicidado?

No, eso era imposible. Andrew despreciaba las personas que se quitaban la vida, incluyendo a su esposa e hijo.

—No son gente seria —había dicho a menudo de ellos.

Y Andrew siempre se habГ­a enorgullecido de ser una persona seria.

De hecho, le había preguntado a Morgan varias veces: —¿Tú eres una persona seria?

Al estudiar cuidadosamente, se dio cuenta de que Andrew tenГ­a varias heridas. Y entre las sГЎbanas empapadas de sangre, vio un cuchillo de cocina grande.

«¿Quién pudo haber hecho esto?», se preguntó Morgan.

Luego una calma eufГіrica y extraГ±a se apoderГі de ella a lo que se dio cuenta: В«Finalmente lo hice. Lo matГ©.В»

Lo habГ­a hecho en sus sueГ±os muchas veces.

Y ahora por fin lo habГ­a hecho de verdad.

Ella sonrió y le dijo en voz alta al cadáver: —¿Quién es una persona seria ahora?

Pero sabГ­a que no debГ­a disfrutar de esta sensaciГіn cГЎlida y agradable. Asesinato era asesinato, y sabГ­a que tenГ­a que aceptar las consecuencias de sus actos.

Pero en lugar de sentir miedo o culpa, se sintiГі muy contenta.

Era un hombre terrible. Y ahora estaba muerto. No importaba lo que pasara, ya que valdrГ­a la pena.

Ella cogiГі el telГ©fono junto a la cama con la mano pegajosa. Estuvo a punto de marcar el 911 antes de pensar: В«No. Hay alguien a quien quiero decГ­rselo primero.В»

Era una buena mujer quien habГ­a mostrado preocupaciГіn por su bienestar hace algГєn tiempo.

Antes de hacer cualquier otra cosa, tenГ­a que llamar a esa mujer y decirle que mГЎs nunca tendrГ­a que preocuparse por Morgan.

Al fin todo estaba bien.




CAPГЌTULO UNO


Riley se dio cuenta de que Jilly se retorciendo un poco mientras dormГ­a. La niГ±a de catorce aГ±os de edad estaba en el asiento contiguo con su cabeza apoyada en el hombro de Riley. Ya llevaban tres horas de vuelo, y aГєn faltaban aproximadamente dos horas para llegar a Phoenix.

«¿Está soñando?», se preguntó Riley.

En caso afirmativo, Riley esperaba que no estuviera teniendo pesadillas.

Jilly habГ­a vivido cosas terribles en su corta vida, razГіn por la cual aГєn tenГ­a un montГіn de pesadillas. HabГ­a estado muy ansiosa desde la llegada de la carta de servicios sociales de Phoenix, informГЎndoles de que el padre de Jilly querГ­a a su hija de vuelta. Ahora estaban volando a Phoenix para asistir a una audiencia que resolverГ­a el asunto de una vez por todas.

Riley tampoco podГ­a evitar sentirse preocupada. ВїQuГ© serГ­a de Jilly si el juez no le permitГ­a que se quedara con Riley?

La trabajadora social le habГ­a dicho que no esperaba que eso ocurriera.

«¿Y si está equivocada?», se preguntó Riley.

En ese momento, todo el cuerpo de Jilly comenzГі a retorcerse mГЎs. Luego gimiГі por lo bajo.

Riley la sacudió suavemente y le dijo: —Despierta, corazón. Estás teniendo una pesadilla.

Jilly se sentГі de golpe y se quedГі mirando hacia el frente por un momento. Luego se echГі a llorar.

Riley puso su brazo alrededor de Jilly y rebuscГі un paГ±uelo en su bolso.

Luego le preguntó: —¿Qué pasa? ¿Qué estabas soñando?

Jilly sollozó sin decir nada durante unos momentos. Luego dijo: —No fue nada. No te preocupes.

Riley suspirГі. SabГ­a que Jilly albergaba secretos de los que no le gustaba hablar.

Riley acarició su cabello oscuro y le dijo: —Me puedes contar lo que sea, Jilly. Tú lo sabes.

Jilly se secó los ojos, se sonó la nariz y finalmente dijo: —Estaba soñando algo que realmente sucedió hace unos años. Mi padre estaba borracho y me estaba culpando como de costumbre, por el hecho de que mi madre se fue, por el hecho de que no podía mantener un trabajo. Por todo. Me dijo que me quería fuera de su vida. Me arrastró por el brazo a un clóset, me metió dentro, cerró la puerta con llave y…

Jilly se quedГі callada y cerrГі los ojos.

—Por favor, dime —dijo Riley.

Jilly se sacudió un poco y dijo: —Al principio tenía miedo de gritar porque pensé que me golpearía. Pero solo me dejó allí, como si se hubiera olvidado de mí. Y luego… —Jilly ahogó un sollozo—. No sé cuántas horas pasaron, pero todo quedó en silencio. Pensé que tal vez se había quedado dormido o ido a su dormitorio. Pero pasó mucho tiempo. Finalmente me di cuenta de que tenía que haber salido de la casa. Hacía eso a veces. Pasaba muchos días fuera de casa y nunca sabía cuándo iba a volver, si es que iba a volver…

Riley se estremeciГі mientras trataba de imaginar el miedo de la pobre muchacha.

Jilly continuó: —Finalmente empecé a gritar y golpear la puerta, pero obviamente nadie podía oírme, y yo no podía salir. Estuve sola en ese clóset… no sé por cuánto tiempo. Varios días, probablemente. No tenía nada que comer, ni tampoco pude dormir por lo asustada y hambrienta que estaba. Incluso tuve que ir al baño allí y limpiar todo el desastre más tarde. Empecé a ver y oír cosas extrañas en la oscuridad, supongo que debieron haber sido alucinaciones. Supongo que me volví un poco loca.

В«No es de extraГ±arВ», pensГі Riley horrorizada.

Jilly dijo: —Cuando volví a oír ruidos en la casa, pensé que tal vez solo lo estaba imaginando. Grité, y en ese momento papá abrió el clóset. Estaba sobrio, y parecía sorprendido de verme. —¿Cómo entraste ahí? —me preguntó. Actuó muy molesto por todo el desastre del clóset y me trató bien por un tiempo después de eso. —Jilly, su voz ahora un susurro, añadió—: ¿Crees que obtendrá la custodia?

Riley se tragГі un nudo de ansiedad. ВїDeberГ­a compartir sus propios miedos con la chica que aГєn esperaba poder adoptar?

No se atrevГ­a a hacerlo.

En su lugar, dijo: —Estoy segura de que no.

—Eso espero —dijo Jilly—. Porque de lo contrario, me iré y no volveré jamás. Nadie me encontrará.

Riley se estremeciГі al darse cuenta: В«Lo dice en serio.В»

Jilly tenГ­a un historial de fugarse de lugares que no le gustaban. Riley recordaba muy bien cГіmo habГ­a encontrado a Jilly la primera vez. Mientras Riley habГ­a estado trabajando en un caso relacionado con prostitutas muertas en Phoenix, habГ­a encontrado a Jilly en la cabina de un camiГіn en un estacionamiento donde trabajaban prostitutas. Jilly habГ­a decidido convertirse en prostituta y vender su cuerpo al dueГ±o del camiГіn.

«¿Volvería a hacer algo igual de desesperado?», Riley se preguntó.

La idea la horrorizaba.

Entretanto, Jilly se habГ­a calmado y estaba a punto de volverse a quedar dormida. Riley volviГі a colocar su cabeza en su hombro. TratГі de sacarse la audiencia de su mente. Pero no pudo sacudirse el miedo de perder a Jilly.

ВїJilly sobrevivirГ­a si eso ocurriera?

Y si sobrevivГ­a, ВїquГ© clase de vida tendrГ­a?



*



Cuando el aviГіn aterrizГі, Riley y Jilly se dieron cuenta de que cuatro personas estaban esperГЎndolas. Una era una cara conocida: Brenda Fitch, la trabajadora social que habГ­a colocado a Jilly bajo el cuidado de Riley. Brenda era una mujer delgada y nerviosa con una sonrisa cГЎlida y solidaria.

Riley no reconocГ­a a las otras tres personas. Brenda abrazГі a Riley y Jilly y luego las presentГі a un matrimonio de mediana edad robusto y sonriente.

Brenda dijo: —Riley, creo que no conoces a Bonnie y Arnold Flaxman. Fueron los padres de acogida de Jilly por un poco tiempo después de que la rescataste.

Riley asintiГі, recordando que Jilly se les habГ­a fugado. Jilly habГ­a decidido que no vivirГ­a con nadie mГЎs excepto Riley. Riley esperaba que los Flaxman no albergaran ningГєn resentimiento al respecto. Pero parecГ­an amables y acogedores.

Brenda luego presentГі a Riley a un hombre alto con una cabeza larga de forma extraГ±a y una sonrisa un tanto vacГ­a.

Brenda dijo: —Este es Delbert Kaul, nuestro abogado. Vamos a sentarnos en un lugar para hablar.

El grupo se acercГі a la cafeterГ­a mГЎs cercana. Los adultos pidieron cafГ© y Jilly un refresco. A lo que todos tomaron asiento, Riley recordГі que el hermano de Bonnie Flaxman era Garrett Holbrook, un agente del FBI estacionado aquГ­ en Phoenix.

Riley preguntó: —¿Cómo está Garrett?

Bonnie se encogió de hombros y sonrió: —Tú sabes. Garrett es Garrett.

Riley asintiГі. Recordaba que era un hombre bastante taciturno y distante. Pero luego recordГі que lo habГ­a conocido mejor mientras estuvo investigando el asesinato de su media hermana distanciada. Se habГ­a mostrado agradecido con ella cuando resolviГі el asesinato y hasta habГ­a ayudado a colocar a Jilly bajo el cuidado de los Flaxman. Riley sabГ­a que era un buen hombre a pesar de lo frГ­o que parecГ­a.

Brenda le dijo a Riley: —Me alegro de que hayan podido venir tan rápido. Realmente esperaba que estaríamos finalizando la adopción para este momento, pero como te escribí en mi carta, nos hemos topado con un obstáculo. El padre de Jilly afirma que tomó la decisión de renunciar a Jilly bajo coacción. No solo está disputando la adopción, sino que está amenazando con acusarte de secuestro, y a mí de cómplice.

Ojeando algunos documentos legales, Delbert Kaul añadió: —Aunque su caso es bastante débil, está siendo muy molesto. Pero no te preocupes por eso. Estoy seguro de que podremos arreglar todo esto mañana.

La sonrisa de Kaul no le pareciГі tranquilizadora. HabГ­a algo dГ©bil e incierto sobre Г©l. Se encontrГі preguntГЎndose cГіmo habГ­a sido asignado al caso.

Riley se dio cuenta de que Brenda y Kaul parecГ­an estar compenetrados. No parecГ­an una pareja romГЎntica, pero sГ­ buenos amigos. Tal vez esa era la razГіn por la que Brenda lo habГ­a contratado.

В«Esa no es necesariamente una buena razГіnВ», pensГі Riley.

—¿Quién es el juez? le preguntó Riley.

La sonrisa de Kaul se desvaneció un poco cuando dijo: —Owen Heller. No es exactamente mi primera opción, pero el mejor que pudimos conseguir dadas las circunstancias.

Riley contuvo un suspiro. Cada vez se sentГ­a menos y menos segura. Ella esperaba que Jilly no se estuviera sintiendo igual.

Kaul luego discutiГі lo que el grupo debГ­a esperar en la audiencia. Bonnie y Arnold Flaxman declararГ­an sobre su propia experiencia con Jilly. HablarГ­an de lo mucho que la chica necesitaba un entorno familiar estable, el cual jamГЎs podrГ­a tener con su padre.

Kaul dijo que habГ­a querido que el hermano mayor de Jilly declarara, pero que no lo habГ­a podido localizar.

Riley tenГ­a que declarar sobre la vida que era capaz de brindarle a Jilly. HabГ­a llegado a Phoenix armada con todo tipo de documentaciГіn para respaldar su declaraciГіn, incluyendo informaciГіn financiera.

Kaul dio unos golpecitos con el lápiz y añadió: —Jilly, tú no tienes que testificar…

Jilly interrumpió: —Quiero hacerlo. Voy a hacerlo.

Kaul parecГ­a un poco sorprendido por la determinaciГіn en la voz de Jilly. Riley deseaba que el abogado pareciera tan decidido como Jilly.

—Bueno —dijo Kaul—, ya está decidido.

Cuando terminГі la reuniГіn, Brenda, Kaul y los Flaxman se fueron juntos. Riley y Jilly fueron a alquilar un auto y luego se dirigieron a un hotel cercano y reservaron una habitaciГіn.



*



Una vez que estaban instaladas en su habitaciГіn de hotel, Riley y Jilly pidieron una pizza. La televisiГіn estaba trasmitiendo una pelГ­cula que ambas ya habГ­an visto, asГ­ que no le prestaron mucha atenciГіn. Para el alivio de Riley, Jilly no parecГ­a nada ansiosa ahora. Charlaron gratamente sobre pequeГ±eces como el prГіximo aГ±o escolar, ropa y zapatos y las celebridades en las noticias.

A Riley le resultГі difГ­cil creer que Jilly habГ­a estado en su vida por tan poco tiempo. Las cosas parecГ­an tan naturales y fГЎciles entre ellas.

В«Como si ha sido mi hija desde siempreВ», pensГі Riley. Se dio cuenta de que asГ­ exactamente se sentГ­a, lo cual la puso un poco ansiosa.

ВїTodo terminarГ­a maГ±ana?

Riley no pudo obligarse a siquiera considerar cГіmo se sentirГ­a si eso pasaba.

Casi habГ­an terminado su pizza cuando fueron interrumpidas por una notificaciГіn ruidosa del portГЎtil de Riley.

—¡Esa debe ser April! —dijo Jilly—. Prometió que me haría una videollamada.

Riley sonriГі y dejГі a Jilly atender la llamada de su hija mayor. Riley escuchГі desde el otro lado de la habitaciГіn mientras las dos chicas charlaban como las hermanas en las que se habГ­an convertido.

Cuando las chicas terminaron de hablar, Riley se sentГі en la portГЎtil para hablar con April mientras que Jilly se acostГі en la cama para ver televisiГіn. April parecГ­a seria y preocupada.

Ella preguntó: —¿Cómo crees que saldrá todo?

Mirando hacia el otro lado de la habitaciГіn, Riley vio que Jilly parecГ­a bastante interesada en la pelГ­cula. Riley no creГ­a que estaba escuchando lo que ella y April estaban hablando, pero igual decidiГі tener cuidado con lo que decГ­a.

—Ya veremos —dijo Riley.

April dijo en voz baja para que Jilly no oyera: —Te ves preocupada, mamá.

—Supongo que sí —dijo Riley, también en voz baja.

—Puedes hacerlo, mamá. Sé que puedes.

Riley tragó grueso y dijo: —Eso espero.

Aún en voz baja, la voz de April tembló de emoción: —No podemos perderla, mamá. No puede volver a su antigua vida.

—Lo sé —dijo Riley—. No te preocupes.

Riley y April se miraron en silencio durante unos momentos. Riley de repente se sintiГі profundamente conmovida por lo madura que su hija de quince aГ±os de edad parecГ­a en este momento.

В«EstГЎ creciendoВ», pensГі Riley con orgullo.

April finalmente dijo: —Adiós, mamá. Llámame tan pronto tengas noticias.

—Sí, eso haré —dijo Riley.

FinalizГі la videollamada y regresГі a la cama con Jilly. El telГ©fono sonГі a pocos minutos de terminarse la pelГ­cula. Riley sintiГі otra oleada de preocupaciГіn.

Las llamadas telefГіnicas que habГ­a recibido Гєltimamente no habГ­an traГ­do buenas noticias.

Ella cogió el teléfono y escuchó la voz de una mujer: —Agente Paige, estoy llamando de la centralita de Quantico. Acabamos de recibir una llamada de una mujer en Atlanta y… bueno, no estoy segura de cómo manejar esto, pero quiere hablar directamente con usted.

—¿Atlanta? —preguntó Riley—. ¿Quién es?

—Su nombre es Morgan Farrell.

Riley sintiГі un escalofrГ­o recorrer su cuerpo.

Recordaba a la mujer de un caso en el que habГ­a trabajado en febrero. El esposo adinerado de Morgan, Andrew, habГ­a sido un sospechoso en un caso de asesinato. Riley y su compaГ±ero, Bill Jeffreys, habГ­an entrevistado a Andrew Farrell en su casa y habГ­an determinado que Г©l no era el asesino que estaban buscando. Sin embargo, Riley habГ­a detectado seГ±ales de que estaba abusando de su esposa.

HabГ­a logrado entregarle a Morgan una tarjeta del FBI en silencio, pero nunca se habГ­a comunicado con Riley.

В«Supongo que por fin quiere ayudaВ», pensГі Riley, imaginando la mujer delgada, elegante y tГ­mida que habГ­a visto en la mansiГіn de Andrew Farrell.

Pero Riley se preguntГі quГ© podrГ­a hacer por ella en estos momentos, dadas las circunstancias personales en las que se encontraba.

De hecho, lo Гєltimo que Riley necesitaba en este momento era otro problema que resolver.

La operadora en espera preguntó: —¿Quiere que comunique la llamada?

Riley vaciló un segundo y luego dijo: —Sí, por favor.

Después de un momento, oyó el sonido de la voz de una mujer: —Hola, ¿habla la agente especial Riley Paige?

Ahora recordaba que Morgan no le habГ­a dicho ni una sola palabra durante su visita a su casa. HabГ­a parecido demasiado aterrada de su esposo como para siquiera hablar.

Pero ahora no sonaba aterrada. De hecho, sonaba muy feliz.

«¿Esta es solo una llamada social?», se preguntó Riley.

—Sí, habla Riley Paige —dijo Riley.

—Bueno, le debía una llamada. Fue muy amable conmigo cuando visitó nuestra casa, y me dejó su tarjeta, y pareció estar realmente preocupada por mí. Solo quería hacerle saber que ya no tiene que preocuparse por mí. Todo va a estar bien ahora.

Riley respiró más tranquila y le dijo a la mujer: —Eso me alegra mucho. ¿Lo dejó? ¿Se divorciarán?

—No —dijo Morgan alegremente—. Maté al bastardo.




CAPГЌTULO DOS


Riley se sentГі en la silla mГЎs cercana, su mente dando vueltas mientras las palabras de la mujer resonaron en su mente.

—Maté al bastardo.

ВїMorgan realmente acababa de decir eso?

Luego Morgan preguntó: —Agente Paige, ¿está ahí?

—Todavía estoy aquí —dijo Riley—. Dígame lo que pasó.

Morgan todavía parecía extrañamente tranquila: —Lo que pasa es que no estoy segura. He estado bastante ida últimamente, y tiendo a no recordar las cosas que hago. Pero lo maté sin duda. Estoy mirando su cuerpo tendido en la cama. Tiene cuchilladas por todas partes y sangró mucho. Parece que lo hice con un cuchillo de cocina afilado. El cuchillo está a su lado.

Riley intentГі darle sentido a lo que estaba oyendo.

RecordГі lo enfermizamente delgada que Morgan habГ­a parecido. Riley habГ­a estado segura de que era anorГ©xica. Riley sabГ­a mejor que muchos lo difГ­cil que era asesinar a alguien a puГ±aladas. ВїMorgan era fГ­sicamente capaz de hacer algo asГ­?

OyГі a Morgan suspirar.

—Odio molestar, pero sinceramente no sé qué hacer ahora. Me preguntaba si podría ayudarme.

—¿Le ha contado esto a alguien más? ¿Llamó a la policía?

—No.

Riley tartamudeó: —Me… me encargaré de eso.

—Muchas gracias.

Riley estaba a punto de decirle a Morgan que no colgara mientras hacГ­a una llamada aparte en su propio telГ©fono celular. Pero Morgan colgГі.

Riley se quedГі mirando al horizonte por un tiempo.

Oyó a Jilly preguntar: —Mamá, ¿pasó algo?

Riley mirГі a Jilly y notГі que parecГ­a muy preocupada.

Ella dijo: —No hay nada de qué preocuparse, cariño.

Luego cogiГі su telГ©fono celular y llamГі a la policГ­a de Atlanta.



*



El oficial Jared Ruhl se sentГ­a aburrido e inquieto mientras viajaba en el asiento del pasajero junto al sargento Dylan Petrie. Era de noche, y estaban patrullando uno de los vecindarios mГЎs ricos de Atlanta, un ГЎrea donde casi nunca habГ­a actividad criminal. Ruhl era nuevo, y ansiaba acciГіn.

Respetaba mucho a su compaГ±ero y mentor afroamericano. El sargento Petrie llevaba aproximadamente veinte aГ±os en la fuerza, y era uno de los policГ­as mГЎs experimentados.

В«Entonces, Вїpor quГ© nos estГЎn malgastando en esto?В», se preguntГі Ruhl.

Como en respuesta a su pregunta no formulada, una voz femenina dijo por la radio policial:

—Cuatro-Frank-trece, ¿me copian?

Los sentidos de Ruhl se agudizaron al oГ­r la identificaciГіn de su propio vehГ­culo.

Petrie respondió: —Sí, adelante.

La operadora vacilГі, como si no creГ­a lo que estaba a punto de decir.

Luego dijo, —Tenemos una posible ciento ochenta y siete en la residencia Farrell. Diríjanse a la escena.

Ruhl quedГі boquiabierto y vio los ojos de Petrie abrirse de par en par. Ruhl sabГ­a que 187 era el cГіdigo de homicidio.

«¿En la casa de Andrew Farrell?», se preguntó Ruhl.

No lo podГ­a creer, y parecГ­a que Petrie tampoco.

—Repita, por favor —dijo Petrie.

—Un posible 187 en la residencia Farrell. ¿Pueden dirigirse a la escena?

Ruhl vio a Petrie entrecerrar los ojos.

—Sí —dijo Petrie—. ¿Quién es el sospechoso?

La operadora volvió a vacilar y luego dijo: —La señora Farrell.

Petrie jadeГі en voz alta y negГі con la cabeza.

—¿Es una broma? —dijo.

—No es broma.

—¿Quién reportó el crimen? —preguntó Petrie.

La operadora respondió: —Una agente de la UAC desde Phoenix, Arizona. Yo sé lo raro que parece eso, pero…

La voz de la operadora se quebrГі.

Petrie dijo: —¿Respuesta código tres?

Ruhl sabГ­a que Petrie estaba preguntando si debГ­an utilizar luces intermitentes y una sirena.

La operadora preguntó: —¿Qué tan cerca están de la escena?

—Estamos a menos de un minuto —dijo Petrie.

—Entonces es mejor que no hagan ruido. Todo esto es…

Su voz se volviГі a quebrar. Ruhl supuso que no querГ­a que llamaran mucho la atenciГіn. Lo que fuera que estaba pasando en este vecindario lujoso y privilegiado, sin duda lo mejor era mantener a la prensa alejada por el mayor tiempo posible.

Finalmente, la operadora dijo: —Solo echen un vistazo, ¿de acuerdo?

—Copiado —dijo Petrie—. Estamos en camino.

Petrie empujГі el acelerador y acelerГі por la calle tranquila.

Ruhl mirГі la mansiГіn Farrell con asombro a la distancia. Nunca habГ­a estado tan cerca de ella. La casa se extendГ­a en todas las direcciones, y le parecГ­a mГЎs un club de campo que una casa. El exterior estaba cuidadosamente iluminado, por protecciГіn, sin duda, pero tambiГ©n para mostrar sus grandes arcos, columnas y ventanas.

Petrie estacionГі el auto en la entrada circular y apagГі el motor. Г‰l y Ruhl se salieron y se acercaron a la enorme entrada principal. Petrie sonГі el timbre.

DespuГ©s de unos momentos, un hombre alto y delgado abriГі la puerta. Ruhl supuso por su esmoquin elegante y su expresiГіn rГ­gida que era el mayordomo de la familia.

Parecía sorprendido de ver dos oficiales de policía… y para nada contento.

—¿Puedo preguntar de qué trata todo esto?

El mayordomo no parecГ­a tener ni idea de que algo habГ­a pasado dentro de la mansiГіn.

Petrie miró a Ruhl, quien percibió lo que su mentor estaba pensando… «Solo una falsa alarma. Probablemente una broma telefónica.»

Petrie le dijo al mayordomo: —¿Podríamos hablar con el señor Farrell, por favor?

El mayordomo sonrió de una forma arrogante y dijo: —Me temo que eso es imposible. Está profundamente dormido, y tengo órdenes estrictas de…

Petrie interrumpió: —Tenemos razones para estar preocupados por su seguridad.

El mayordomo frunció el ceño y dijo: —¿En serio? Ya que insiste, le echaré un vistazo. Trataré de no despertarlo. Le aseguro que se molestará si lo hago.

Petrie no le preguntГі al mayordomo si podГ­an pasar a la casa. La casa era enorme, con hileras de columnas de mГЎrmol que eventualmente conducГ­an a una escalera alfombrada con pasamanos curvos y elegantes. A Ruhl le resultaba cada vez mГЎs difГ­cil creer que alguien en realidad vivГ­a allГ­. ParecГ­a mГЎs un platГі de cine.

Ruhl y Petrie siguieron el mayordomo por las escaleras y un amplio pasillo a un par de puertas dobles.

—El dormitorio principal —dijo el mayordomo—. Esperen un momento.

El mayordomo entrГі al dormitorio.

Luego lo escucharon gritar aterrorizado desde adentro.

Ruhl y Petrie entraron a toda prisa a una sala de estar y desde allГ­ a un enorme dormitorio.

El mayordomo ya habГ­a encendido las luces. Los ojos de Ruhl se tuvieron que acostumbrar al brillo del enorme dormitorio. Entonces sus ojos se posaron sobre una cama con dosel. Como todo en la casa, tambiГ©n era enorme, como algo salido de una pelГ­cula. Pero pese a su tamaГ±o, parecГ­a pequeГ±a en comparaciГіn al resto del dormitorio.

Todo en el dormitorio principal era dorado y negro, a excepciГіn de la sangre por toda la cama.




CAPГЌTULO TRES


El mayordomo estaba desplomado contra la pared, una expresiГіn distante en su cara. Ruhl tambiГ©n se sentГ­a un poco mareado.

En la cama yacГ­a el rico y famoso Andrew Farrell, muerto y ensangrentado. Ruhl lo reconociГі de las muchas veces que lo habГ­a visto en la televisiГіn.

Ruhl nunca habГ­a visto un cadГЎver. Nunca habГ­a esperado que pareciera tan extraГ±o e irreal.

Lo que hizo que esta escena fuera especialmente bizarra era la mujer sentada en una silla tapizada justo al lado de la cama. Ruhl tambiГ©n la reconociГі. Era Morgan Farrell, anteriormente Morgan Chartier, una famosa modelo ahora retirada. El muerto habГ­a convertido su matrimonio en un evento mediГЎtico, y le gustaba desfilarla en pГєblico.

Llevaba un camisГіn de aspecto caro que estaba manchado de sangre. Estaba inmГіvil, sosteniendo un cuchillo grande. Su hoja estaba ensangrentada, asГ­ como tambiГ©n su mano.

—Mierda —murmuró Petrie en voz aturdida.

Luego Petrie habló por su micrófono: —Operadora, habla cuatro Frank trece desde la residencia Farrell. Tenemos un ciento ochenta y siete. Envíe tres unidades, incluyendo una unidad de homicidios. También comuníquese con el médico forense. Mejor dígale al jefe Stiles que venga también.

Petrie escuchГі a la operadora por su auricular, luego pareciГі pensar algo por un momento.

—No, no lo convierta en un código tres. Es mejor mantener esto bajo cuerdas durante el mayor tiempo posible.

Durante este intercambio, Ruhl no pudo quitarle los ojos de encima a la mujer. Le habГ­a parecido hermosa en la televisiГіn. ExtraГ±amente, ahora parecГ­a igual de hermosa. Incluso con un cuchillo ensangrentado en la mano, parecГ­a tan delicada y frГЎgil como una muГ±eca de porcelana.

También estaba tan inmóvil como una muñeca de porcelana, tan inmóvil como el cadáver… y aparentemente inconsciente de que alguien había entrado en el dormitorio. Ni sus ojos se movían mientras seguía mirando el cuchillo en su mano.

Mientras Ruhl siguiГі a Petrie hacia la mujer, pensГі que la escena ya no le recordaba a un platГі de cine.

В«Es mГЎs como una exposiciГіn en un museo de ceraВ», pensГі.

Petrie tocó suavemente a la mujer en el hombro y le dijo: —Sra. Farrell…

La mujer no parecГ­a nada sobresaltada cuando levantГі la mirada.

Le sonrió y dijo: —Hola, oficial. Me preguntaba cuándo llegaría la policía.

Petrie se puso un par de guantes de plГЎstico. Ruhl no necesitГі que le dijera que hiciera lo mismo. Entonces Petrie tomГі el cuchillo de la mano de la mujer con delicadeza y se la dio a Ruhl, quien lo metiГі cuidadosamente en una bolsa de pruebas.

Mientras estaban haciendo esto, Petrie le dijo a la mujer: —Por favor, dígame lo que pasó aquí.

La mujer se echГі a reГ­r.

—Bueno, esa es una pregunta tonta. Maté a Andrew. ¿No es obvio?

Petrie se volvió a mirar a Ruhl, como si fuera a preguntarle: —¿Es obvio?

Por un lado, no parecía haber ninguna otra explicación para esta extraña escena. Por otro lado…

В«Se ve tan dГ©bil e indefensaВ», pensГі Ruhl.

No podГ­a imaginarla haciendo tal cosa.

Petrie le dijo Ruhl: —Habla con el mayordomo. Averigua lo que sabe.

Mientras Petrie examinГі el cuerpo, Ruhl se acercГі al mayordomo, quien todavГ­a estaba en cuclillas contra la pared.

Ruhl le dijo: —Señor, ¿podría decirme qué pasó aquí?

El mayordomo abriГі la boca, pero no dijo nada.

—Señor —repitió Ruhl.

El mayordomo entrecerró los ojos como si estuviera muy confundido. Luego dijo: —No sé. Ustedes llegaron y…

Se quedГі en silencio de nuevo.

Ruhl se preguntó: «¿Realmente no sabe nada en absoluto?»

Tal vez el mayordomo estaba fingiendo su sorpresa y perplejidad.

Tal vez era el verdadero asesino.

La posibilidad recordó a Ruhl del viejo cliché: —El mayordomo lo hizo.

La idea hasta podrГ­a ser divertida en otras circunstancias.

Pero ciertamente no ahora.

Ruhl pensГі rГЎpido, tratando de decidir quГ© preguntas hacerle al hombre.

Luego dijo: —¿Alguien más está aquí?

El mayordomo respondió: —Solo los otros empleados. Seis sirvientes aparte de mí, tres mujeres y tres hombres. ¿Ciertamente no creen que…?

Ruhl no tenГ­a idea de quГ© pensar, al menos no todavГ­a.

Le preguntó al mayordomo: —¿Es posible que alguien más esté en la casa? ¿Un intruso, tal vez?

El mayordomo negó con la cabeza. —No sé cómo —dijo—. Nuestro sistema de seguridad es de los mejores.

В«Eso no es un noВ», pensГі Ruhl.

De repente se sintiГі muy alarmado. Si el asesino era un intruso, ВїpodrГ­a aГєn estar en algГєn lugar de la casa? ВїO podrГ­a estar escabullГ©ndose en este mismo momento?

Entonces Ruhl oyГі a Petrie hablar por el micrГіfono, diciГ©ndole a alguien cГіmo encontrar el dormitorio en la enorme mansiГіn.

En unos segundos, el dormitorio era un hervidero de policГ­as. Entre ellos estaba el jefe Elmo Stiles, un hombre corpulento e imponente. Ruhl tambiГ©n se sorprendiГі al ver el fiscal de distrito, Seth Musil.

El fiscal normalmente refinado parecГ­a despeinado y desorientado, como si acababa de ser despertado. Ruhl supuso que el jefe habГ­a contactado al fiscal justo cuando se enterГі, para luego recogerlo y traerlo aquГ­.

Г‰l jadeГі ante lo que vio y corriГі hacia la mujer.

—¡Morgan! —exclamó.

—Hola, Seth —dijo la mujer, como si estuviera gratamente sorprendida por su llegada. A Ruhl no le sorprendió que Morgan Farrell y un político de alto rango como el fiscal se conocían. La mujer aún no parecía estar consciente de la mayor parte de lo que estaba pasando a su alrededor.

Sonriendo, la mujer le dijo a Musil: —Bueno, supongo que es obvio lo que sucedió. Y estoy segura de que no te sorprende que…

Musil le interrumpió apresuradamente: —No, Morgan. No digas nada. Aún no. No hasta que consigas un abogado.

Sargento Petrie ya estaba organizando las personas en el dormitorio.

Le dijo al mayordomo: —Háblales de la distribución de la casa, de hasta el último rincón.

Luego les dijo a los policías: —Quiero que registren toda la casa en búsqueda de algún intruso o señal de entrada forzada. Y hablen con los empleados. Asegúrense de que puedan rendir cuenta de sus acciones durante las últimas horas.

Los policГ­as se reunieron alrededor del mayordomo, quien estaba de pie ahora. El mayordomo les dio instrucciones, y los policГ­as salieron del dormitorio. Sin saber quГ© mГЎs hacer, Ruhl se parГі junto al sargento Petrie, mirando la espantosa escena. El fiscal se encontraba parado de manera protectora al lado de la mujer sonriente y llena de sangre.

Ruhl todavía estaba luchando por entender todo lo que estaba viendo. Se recordó a sí mismo que este era su primer homicidio. Se preguntó: «¿Alguna vez trabajaré en uno más extraño que este?»

TambiГ©n esperaba que los policГ­as que estaban registrando la casa no volvieran con las manos vacГ­as. Tal vez volverГ­an con el verdadero culpable. Ruhl odiaba la posibilidad de que esta mujer delicada y hermosa era realmente capaz de asesinar.

Los policГ­as y el mayordomo regresaron varios minutos despuГ©s.

Dijeron que no habГ­an encontrado a ningГєn intruso ni ninguna seГ±al de entrada forzada. HabГ­an encontrado a los empleados dormidos en sus camas y no habГ­a razГіn para pensar que cualquiera de ellos era responsable.

El mГ©dico forense y su equipo llegaron y comenzaron a trabajar en el cadГЎver. El enorme dormitorio estaba bastante lleno ahora. La mujer manchada de sangre finalmente parecГ­a estar consciente del bullicio de actividad.

Se levantó de su silla y le dijo al mayordomo: —Maurice, ¿y tus modales? Pregúntales a estas buenas personas si quieren algo de comer o beber.

Petrie caminГі hacia ella, sacando sus esposas.

Luego le dijo: —Eso es muy amable de su parte, señora, pero no será necesario.

Luego, en un tono muy educado y considerado, empezГі a leerle a Morgan Farrell sus derechos.




CAPГЌTULO CUATRO


Riley no pudo evitar sentirse cada vez mГЎs preocupada mientras la audiencia avanzaba.

Hasta el momento, todo habГ­a salido bien. Riley habГ­a declarado respecto al hogar que le brindaba a Jilly, y Bonnie y Arnold Flaxman habГ­an declarado respecto a la gran necesidad de Jilly de pertenecer a una familia estable.

Aun asГ­, el padre de Jilly, Albert Scarlatti, la inquietaba.

Esta era la primera vez que lo veГ­a. A juzgar por lo que Jilly le habГ­a hablado de Г©l, se lo habГ­a imaginado grotesco y malvado.

Pero su aspecto verdadero la sorprendiГі.

Su cabello negro estaba lleno de canas y, como habГ­a esperado, se veГ­a muy desgastado por sus muchos aГ±os de alcoholismo. Aun asГ­, parecГ­a perfectamente sobrio en este momento. Estaba bien vestido, y era amable y encantador con todos.

Riley tambiГ©n pensГі en la mujer que estaba sentada al lado de Scarlatti, sosteniendo su mano. Ella tambiГ©n parecГ­a que habГ­a vivido una vida muy dura. Su expresiГіn era difГ­cil de interpretar.

«¿Quién es ella?», se preguntó Riley.

Todo lo que Riley sabГ­a sobre la esposa de Scarlatti y la madre de Jilly era que los habГ­a abandonado hace muchos aГ±os. Scarlatti le habГ­a dicho a Jilly varias veces que probablemente habГ­a muerto.

Esta no podГ­a ser ella despuГ©s de todos estos aГ±os. Jilly ni siquiera la conocГ­a. Entonces, ВїquiГ©n era?

Ahora le tocaba a Jilly declarar.

Riley apretГі la mano de Jilly y luego la adolescente subiГі al estrado.

Jilly parecГ­a pequeГ±a en el gran estrado. Sus ojos se movieron alrededor de la sala con nerviosismo, mirando al juez y luego haciendo contacto visual con su padre.

El hombre sonriГі con lo que parecГ­a ser afecto sincero, pero Jilly apartГі la mirada apresuradamente.

El abogado de Riley, Delbert Kaul, le preguntГі a Jilly cГіmo se sentГ­a respecto a la adopciГіn.

Todo el cuerpo de Jilly se sacudiГі de emociГіn.

—Nunca he deseado algo tanto en mi vida —dijo Jilly con voz temblorosa—. Me he sentido muy feliz viviendo con mamá…

—Te refieres a la Sra. Paige —dijo Kaul, interrumpiendo.

—Bueno, la siento mi madre, y así es como la llamo. Y su hija, April, es mi hermana mayor. Hasta que empecé a vivir con ellas, no tenía ni idea de lo que sería tener una verdadera familia que me amara y me cuidara.

Jilly parecГ­a estar conteniendo lГЎgrimas.

Riley no estaba segura de que ella serГ­a capaz de hacerlo.

Luego Kaul preguntó: —¿Puede hablarle al juez de cómo era vivir con su padre?

Jilly miró a su padre. Luego miró al juez y dijo: —Fue horrible.

Luego contГі lo que le habГ­a contado a Riley ayer, de cuando su padre la encerrГі en un clГіset durante dГ­as. Riley se estremeciГі mientras volviГі a escuchar la historia. La mayorГ­a de las personas en la sala parecГ­a estar profundamente afectadas. Hasta su padre bajГі la cabeza.

Cuando Jilly terminГі, sus ojos estaban llenos de lГЎgrimas.

—Hasta que mi nueva mamá entró en mi vida, todas las personas a las que amaba me terminaban abandonando tarde o temprano. No podían soportar vivir con papá porque era horrible con ellas. Mi madre, mi hermano mayor—hasta mi pequeña cachorra, Darby, se escapó.

Riley sintiГі un nudo en la garganta. Recordaba que Jilly lloraba cada vez que hablaba de la cachorra que habГ­a perdido hace unos meses. Jilly todavГ­a le preocupaba la cachorra y se preguntaba quГ© habГ­a sido de ella.

—Por favor —le dijo al juez—. Por favor, no me obligue a volver a él. Estoy muy feliz con mi nueva familia. No me separe de ellas.

Jilly luego bajГі del estrado y volviГі a tomar asiento al lado de Riley.

Riley le apretó la mano y le susurró: —Lo hiciste muy bien. Estoy orgullosa de ti.

Jilly asintiГі y se secГі las lГЎgrimas.

Luego, el abogado de Riley, Delbert Kaul, le presentГі al juez todos los documentos necesarios para finalizar la adopciГіn. Estaba destacando la autorizaciГіn firmada por el padre de Jilly.

A Riley le pareciГі que Kaul estaba haciendo un buen trabajo con la presentaciГіn. Sin embargo, su voz y su actitud no eran muy inspiradoras, y el juez, un hombre fornido con el ceГ±o fruncido y ojos pequeГ±os, redondos y brillantes, no parecГ­a estar tan impresionado.

Por un momento, la mente de Riley divagГі a la extraГ±a llamada telefГіnica que habГ­a recibido ayer de Morgan Farrell. Riley obviamente habГ­a llamado a la policГ­a de Atlanta de inmediato. Si lo que la mujer habГ­a dicho era cierto, entonces seguramente ya estaba detenida. Riley no pudo evitar preguntarse lo que realmente habГ­a pasado.

ВїEra realmente posible que la frГЎgil mujer que habГ­a conocido en Atlanta habГ­a cometido un asesinato?

В«Este no es un buen momento para pensar en esoВ», se recordГі a sГ­ misma.

Cuando Kaul terminГі su presentaciГіn, la abogada de Scarlatti se puso de pie.

Jolene Paget era una mujer perspicaz de unos treinta aГ±os cuyos labios parecГ­an siempre estar sonriendo con superioridad.

Ella le dijo al juez: —Mi cliente desea impugnar esta adopción.

El juez asintió y gruñó: —Lo sé, Sra. Paget. Más vale que su cliente tenga una buena razón por querer cambiar su propia decisión.

Riley se dio cuenta de inmediato de que, a diferencia de su propio abogado, Paget ni siquiera miraba sus notas. TambiГ©n a diferencia de Kaul, su voz y su comportamiento exudaban confianza en sГ­ misma.

Ella dijo: —El Sr. Scarlatti tiene una muy buena razón, su Señoría. Dio su consentimiento bajo coacción. Estaba pasando por un momento bastante difícil y no tenía trabajo. Y sí, bebía en ese entonces. Y estaba deprimido. —Paget asintió con la cabeza hacia Brenda Fitch, quien también estaba sentada en la sala, y añadió—: Fue presa fácil de las presiones de los trabajadores sociales, en especial de esta mujer. Brenda Fitch amenazó con acusarlos por delitos totalmente inventados.

Brenda jadeó de indignación y le dijo a Paget: —Eso no es cierto y lo sabes.

La sonrisa de Paget se ensanchó cuando dijo: —Su señoría, ¿sería tan amable de decirle a la Sra. Fitch que no interrumpa?

—Por favor guarde silencio, Sra. Fitch —dijo el juez.

Paget añadió: —Mi cliente también desea acusar a la Sra. Paige de secuestro y a la Sra. Fitch de cómplice.

Brenda soltГі un gemido audible de disgusto, pero Riley se obligГі a guardar silencio. HabГ­a sabido desde el principio que Paget plantearГ­a eso.

El juez dijo, —Sra. Paget, no ha presentado evidencia de secuestro. Tampoco ha presentado pruebas de la supuesta coacción y amenazas que ha mencionado. No dijo nada para persuadirme de que el consentimiento inicial de su cliente no debería seguir en pie.

Albert Scarlatti se puso de pie en ese momento y preguntó: —¿Puedo decir algo, su señoría?

Cuando el juez asintiГі con la cabeza, Riley sintiГі una nueva punzada de preocupaciГіn.

Scarlatti bajó la cabeza y habló en voz baja y tranquila: —Sé que lo que Jilly dijo sobre lo que le hice parece horrible. Y Jilly, lo siento muchísimo. Pero la verdad es que eso no fue lo que pasó.

Riley tuvo que contenerse para no interrumpirlo. Estaba segura de que Jilly no habГ­a mentido.

Albert Scarlatti sonrió y dijo: —Jilly, tienes que reconocer que no has sido fácil. Eres un gran reto, hijita. Tienes mal genio, y te salías de manos a veces. Ese día, no supe qué hacer. Recuerdo que estaba desesperado cuando te metí en ese clóset. —Él se encogió de hombros y continuó—: Pero no pasó como tú dijiste. Nunca te haría pasar por algo así por varios días. Ni siquiera por unas horas. No estoy diciendo que estás mintiendo, sino que a veces te dejas llevar por tu imaginación. Y lo entiendo. —Luego Scarlatti dirigió su atención a los otros en la sala y dijo—: Muchas cosas han pasado desde que perdí a mi pequeña Jilly. Estoy sobrio. He estado en rehabilitación, asisto a reuniones de Alcohólicos Anónimos con regularidad y no he bebido en meses. Espero nunca volver a beber una copa de vino en mi vida. Y tengo un trabajo estable, nada impresionante, solo de conserjería, pero es un buen trabajo, y les puedo dar una referencia de mi empleador que lo estoy haciendo bien. —En ese momento, tocó el hombro de la misteriosa mujer que había estado sentada a su lado—. Pero ha habido otro gran cambio en mi vida. Conocí a Barbara Long, la mujer más maravillosa del mundo, y ella es lo mejor que me ha pasado. Nos vamos a casar a finales de este mes.

La mujer le sonriГі con los ojos brillantes.

Scarlatti le habló directamente a Jilly ahora: —Así es, Jilly. Ya no seremos una familia monoparental. Tendrás un padre y una madre, una verdadera madre después de todos estos años.

Riley se sintiГі como si alguien acababa de abofetearla.

В«Jilly acaba de decir que yo soy su verdadera madreВ», pensГі.

Pero ВїquГ© podГ­a decir sobre las В«familias monoparentalesВ»? Se habГ­a divorciado de Ryan antes de encontrar a Jilly.

Scarlatti luego dirigió su atención a Brenda Fitch. Dijo: —Sra. Fitch, mi abogado acaba de decir cosas bastantes serias de usted. Solo quiero que sepa que no le guardo rencor. Usted solo ha estado haciendo su trabajo, y lo sé. Solo quiero que sepa lo mucho que he cambiado. —Luego miró a Riley directamente a los ojos—. Sra. Paige, tampoco le guardo rencor. De hecho, estoy agradecido con usted por cuidar a Jilly mientras yo me recomponía. Sé que no pudo haber sido fácil, dado que es soltera. Y con su propia adolescente a quien cuidar.

Riley abriГі la boca para protestar, pero Albert siguiГі hablando.

—Sé que se preocupa por ella, pero ya no tiene que hacerlo. Seré un buen padre para Jilly de ahora en adelante. Y quiero que siga siendo parte de su vida.

Riley estaba estupefacta. Ahora entendГ­a por quГ© su abogado habГ­a amenazado con acusarla de secuestro en primer lugar.

Jolene Paget se habГ­a presentado a sГ­ misma como una abogada despiadada dispuesta a hacer cualquier cosa por ganar su caso.

De esa forma, habГ­a despejado el camino para que Scarlatti pareciera el tipo mГЎs agradable del mundo. Y era muy convincente.

Riley no pudo evitar preguntarse: «¿Es realmente un buen tipo, después de todo?

ВїRealmente solo pasГі por un mal momento?

ВїFue un error separarlo de Jilly? ВїSolo estoy aГ±adiendo traumas innecesarios a la vida de Jilly?В»

Finalmente, Scarlatti miró al juez de forma suplicante y dijo: —Su señoría, le ruego que me devuelva a mi hija. Es sangre de mi sangre. No se arrepentirá de su decisión. Lo prometo.

Una lГЎgrima rodГі por su mejilla mientras tomГі asiento.

Su abogada se puso de pie, pareciendo mГЎs presumida y segura que nunca.

Le dijo a Jilly con una sinceridad falsa: —Jilly, espero que entiendas que tu padre solo quiere lo mejor para ti. Yo sé que has tenido problemas con él en el pasado, ¿pero dime si ese no es un patrón en lo que a ti respecta?

Jilly parecГ­a desconcertada.

Paget continuó: —Estoy segura de que no negarás que te escapaste de tu casa, y que así fue como Riley Paige te encontró en primer lugar.

Jilly dijo: —Sí, pero eso fue porque…

Paget interrumpió, señalando a los Flaxmans. —¿Y no es cierto que también te escapaste de la casa de esta bonita pareja cuando te acogieron?

Los ojos de Jilly se abrieron de par en par y ella asintiГі en silencio.

Riley tragГі grueso. SabГ­a lo que Paget iba a decir a continuaciГіn.

—¿Y no es cierto que hasta huiste de la Sra. Paige y su familia?

Jilly asintiГі y bajГі la cabeza miserablemente.

Todo eso era cierto. Riley recordaba lo difГ­cil que habГ­a sido para Jilly adaptarse a la vida en su casa, y especialmente cГіmo habГ­a luchado con sentimientos de indignidad. En un momento de gran debilidad, Jilly se habГ­a escapado a otra parada de camiones, pensando que solo servГ­a para vender su cuerpo.

—No soy nadie —le había dicho a Riley cuando la policía la trajo de vuelta.

La abogada había investigado bien… pero Jilly había cambiado mucho desde entonces. Riley estaba segura de que esos días de inseguridad habían quedado en el pasado.

Aún con un tono de profunda preocupación, Paget le dijo a Jilly: —Tarde o temprano, cariño, tendrás que aceptar la ayuda de personas que se preocupan por ti. Y en este momento, lo que tu padre quiere más que nada es darte una buena vida. Creo que le debes la oportunidad de intentarlo. —Volviéndose al juez, Paget añadió—: Su señoría, todo queda en sus manos.

Por primera vez en toda la audiencia, el juez parecía estar realmente conmovido. Él dijo: —Sr. Scarlatti, sus comentarios elocuentes me han obligado a reconsiderar mi decisión.

Riley jadeó en voz alta y pensó: «¿Esto está pasando?»

El juez continuó: —La ley de Arizona es muy clara. La primera consideración es la idoneidad de los padres. La segunda es el interés superior del niño. Solo si el padre es considerado no apto puede ser abordaba la segunda consideración. —Se detuvo a pensar por un momento y luego continuó—: Hoy no se ha demostrado que el Sr. Scarlatti no es apto. Creo que más bien todo lo contrario. Parece estar haciendo todo lo posible para convertirse en un excelente padre.

Alarmado, Kaul se puso de pie y dijo bruscamente: —Su señoría, protesto. El señor Scarlatti renunció a sus derechos de manera voluntaria, y esto es completamente inesperado. La agencia no tenía ninguna razón para encontrar pruebas para demostrar su incapacidad.

El juez golpeó su mazo y dijo: —Entonces no tengo ninguna razón para considerar nada más. Se le concede la custodia al padre.

Riley no pudo evitar jadear de desesperaciГіn.

«Esto es real —pensó—. Perdí a Jilly.»




CAPГЌTULO CINCO


Riley estaba hiperventilando mientras trataba de darle sentido a lo que acababa de pasar.

В«Seguramente puedo impugnar esta decisiГіnВ», pensГі.

La agencia y el abogado podrГ­an encontrar pruebas sГіlidas de la conducta abusiva de Scarlatti.

Pero ВїquГ© sucederГ­a en el Г­nterin?

Jilly jamás se quedaría con su padre. Volvería a huir… y esta vez podría desaparecer para siempre.

QuizГЎ nunca la volverГ­a a ver.

Todavía sentado en el banco, el juez le dijo a Jilly: —Señorita, creo que deberías ir con tu padre.

Para sorpresa de Riley, Jilly parecГ­a completamente tranquila.

Ella apretó la mano de Riley y susurró: —No te preocupes, mamá. Todo va a estar bien.

Se acercГі al lugar donde Scarlatti y su novia estaban ahora de pie. La sonrisa de Albert Scarlatti parecГ­a cГЎlida y acogedora.

Justo cuando su padre le tendió los brazos para abrazarla, Jilly dijo: —Tengo algo que decirte.

Scarlatti parecГ­a curioso.

Jilly dijo: —Tú mataste a mi hermano.

—¿Q... qué? —tartamudeó Scarlatti—. Eso no es cierto y lo sabes. Tu hermano Norbert huyó. Te lo he dicho un montón de veces…

Jilly lo interrumpió. —No, no estoy hablando de mi hermano mayor. Ni siquiera lo recuerdo. Estoy hablando de mi hermano menor.

—Pero nunca tuviste…

—No, nunca tuve un hermano menor. Porque lo mataste.

Scarlatti quedГі boquiabierto y su rostro enrojeciГі.

Su voz temblando de ira, Jilly continuó: —Supongo que crees que no recuerdo a mi madre porque era muy pequeña cuando se fue. Pero sí la recuerdo. Recuerdo que estaba embarazada. Te recuerdo gritándole. La golpeaste en el estómago. Te vi hacerlo una y otra vez. Luego se enfermó. Y ya no estaba embarazada. Ella me dijo que era un niño, que habría sido mi hermano menor, pero tú lo mataste.

Riley no podГ­a creer lo que Jilly estaba diciendo. No tenГ­a duda de que todo eso era cierto.

В«OjalГЎ me lo hubiera dichoВ», pensГі.

Pero, por supuesto, quizá era muy doloroso para ella—y solo ahora se había atrevido a hablar de eso.

Jilly estaba sollozando ahora. Ella dijo: —Mami lloró mucho cuando me lo contó. Me dijo que tenía que irse porque si no la matarías. Y eso hizo. Y nunca la volví a ver.

El rostro de Scarlatti se estaba retorciendo en una expresiГіn fea. Era evidente para Riley que estaba luchando con su rabia.

Gruñó: —Niña, no sabes de lo que hablas. Te lo imaginaste todo.

Jilly dijo: —Ella llevaba su vestido azul bonito ese día. El único que le gustaba. Para que veas, sí lo recuerdo. Lo vi todo.

Matas a todo y a todos tarde o temprano. No lo puedes evitar. Apuesto a que tambiГ©n me mentiste cuando me dijiste que mi cachorra huyГі. Probablemente tambiГ©n mataste a Darby.

Scarlatti estaba temblando.

—Mi madre hizo lo correcto al marcharse y espero que sea feliz, dondequiera que esté. Y si está muerta, bueno, igual está mejor de lo que estaría contigo.

Scarlatti gritó de furia: —¡Cállate, perra!

Luego agarrГі a Jilly por el hombro con una mano y la abofeteГі con la otra.

Jilly gritГі y tratГі de apartarse de Г©l.

Riley corriГі hacia Scarlatti. Antes de que llegara, dos oficiales de seguridad habГ­an agarrado al hombre por los brazos.

Jilly se liberГі y corriГі hacia Riley.

El juez golpeГі su mazo y todo quedГі en silencio. MirГі alrededor de la sala, como si no podГ­a creer lo que acababa de suceder.

Por un momento, se quedГі allГ­ respirando fuerte.

Luego miró a Riley y le dijo: —Sra. Paige, creo que le debo una disculpa. Tomé la decisión equivocada, y la anulo. —Miró a Scarlatti y añadió: —Una palabra más y lo tendré que arrestar. —Mirando a los demás en la sala, el juez dijo con firmeza—: No habrá más audiencias. Esta es mi determinación final sobre esta adopción. Se concede la custodia a la madre adoptiva.

VolviГі a golpear su mazo, se levantГі y abandonГі la sala sin decir nada mГЎs.

Riley se volviГі y mirГі a Scarlatti. Sus ojos oscuros estaban furiosos, pero los dos oficiales de seguridad seguГ­an a su lado. MirГі a su prometida, quien estaba mirГЎndola horrorizada. Luego Scarlatti bajГі la cabeza y se quedГі allГ­ sin decir nada.

Jilly se lanzГі a los brazos de Riley, sollozando.

Riley la abrazó y le dijo: —Eres una niña valiente, Jilly. Nunca te dejaré ir, no importa lo que pase. Cuenta conmigo.



*



La mejilla de Jilly seguГ­a ardiendo mientras Riley se encargaba de algunos detalles con Brenda y el abogado. Pero era un dolor agradable que sabГ­a que pronto desaparecerГ­a. HabГ­a dicho la verdad sobre algo que se habГ­a reservado por demasiado tiempo. Como resultado, se habГ­a librado de su padre.

Riley, su nueva mamГЎ, las regresГі a su habitaciГіn de hotel, donde empacaron rГЎpidamente y se dirigieron al aeropuerto. Llegaron con tiempo de sobra para tomar su vuelo a casa y registrar sus maletas para que no tuvieran que cargarlas. Luego se fueron juntas a un baГ±o.

Jilly se quedГі mirГЎndose en un espejo mientras su madre estaba en un baГ±o cercano.

Un pequeГ±o hematoma se estaba formando en el lado de su rostro donde su padre le habГ­a pegado. Pero iba a estar bien ahora.

Su padre nunca volverГ­a a hacerle daГ±o. Y solo porque habГ­a dicho la verdad sobre el hermano menor que habГ­a perdido. Eso habГ­a cambiado las cosas.

Sonrió un poco al recordar a mamá diciéndole: —Eres una niña valiente, Jilly.

«Sí —pensó Jilly—. Creo que soy muy valiente.»




CAPГЌTULO SEIS


Cuando Riley saliГі del baГ±o, no vio a Jilly por ningГєn lugar.

Lo primero que sintiГі fue un destello de ira.

Recordó haberle dicho a Jilly claramente: —Espérame justo al otro lado de la puerta. No vayas a ninguna parte.

Y ahora no la veГ­a por ningГєn lado.

В«QuГ© niГ±aВ», pensГі Riley.

No le preocupaba perder su vuelo. TenГ­an un montГіn de tiempo para abordar. Pero habГ­a querido tomarse las cosas con calma despuГ©s de un dГ­a tan difГ­cil. HabГ­a planeado pasar por seguridad, encontrar su puerta de embarque y luego encontrar un buen lugar para comer.

Riley suspirГі con desaliento.

Incluso despuГ©s de la valentГ­a de Jilly en la sala del tribunal, Riley no pudo evitar sentirse decepcionada por esta nueva muestra de inmadurez.

SabГ­a que si se disponГ­a a buscar a Jilly en el gran terminal, probablemente jamГЎs la encontrarГ­a. Por esa razГіn, buscГі un lugar para sentarse y esperar a que Jilly volviera, lo cual seguramente harГ­a tarde o temprano.

Pero mientras Riley miraba alrededor del gran terminal, vio a Jilly pasando por una de las puertas de cristal que daba al exterior.

O al menos pensГі que era Jilly, dado que era difГ­cil estar segura de dГіnde Riley estaba de pie.

ВїY quiГ©n era esa mujer con la que la niГ±a parecГ­a estar?

ParecГ­a Barbara Long, la prometida de Albert Scarlatti.

Pero las dos personas desaparecieron rГЎpidamente entre los viajeros.

Riley sintiГі un escalofrГ­o de temor. ВїSus ojos le habГ­an jugado una mala pasada?

No, ahora estaba bastante segura de lo que habГ­a visto.

Pero ВїquГ© estaba pasando? ВїPor quГ© Jilly irГ­a a cualquier lado con esa mujer?

Riley se puso en movimiento. SabГ­a que no tenГ­a tiempo para darle sentido. Se echГі a trotar e instintivamente metiГі la mano debajo de su chaqueta y palmeГі la pistola que llevaba en su pistolera.

Fue detenida por un guardia uniformado que se puso frente a ella.

Dijo con una voz profesional: —¿Está sacando un arma, señora?

Riley soltó un gemido de frustración y dijo: —Señor, no tengo tiempo para esto.

Supo por la expresiГіn del guardia que eso habГ­a confirmado sus sospechas.

SacГі su propia arma y se acercГі a ella. Por el rabillo del ojo, Riley vio que otro guardia habГ­a detectado la actividad y tambiГ©n se aproximaba.

—Déjeme pasar —espetó Riley, mostrando ambas manos—. Soy agente del FBI.

El guardia con el arma no respondiГі. Riley supuso que no le creГ­a. Y ella sabГ­a que estaba entrenado para no creerle. Solo estaba haciendo su trabajo.

El segundo guardia parecГ­a que estaba a punto de cachearla.

Riley estaba perdiendo valioso tiempo. Dada su formaciГіn, sabГ­a que probablemente podrГ­a desarmar al guardia con el arma antes de que pudiera disparar. Pero lo Гєltimo que necesitaba era pelear con guardias de seguridad bien intencionados.

Obligándose a detenerse, dijo: —Déjeme mostrarle mi placa.

Los dos guardias se miraron con recelo.

—De acuerdo —dijo el guardia con el arma—. Pero despacito.

Riley sacГі su placa cuidadosamente y se las mostrГі.

Ambos quedaron boquiabiertos.

—Estoy apurada —dijo Riley.

El guardia delante de ella asintiГі y enfundГі su arma.

Riley se echГі a correr por el terminal y saliГі por las puertas de cristal.

Riley mirГі a su alrededor. Ni Jilly ni la mujer estaban a la vista.

Pero luego vio la cara de su hija en la ventanilla trasera de un VUD. Jilly parecГ­a alarmada, y sus manos estaban presionadas contra el cristal.

Peor aГєn, el vehГ­culo estaba empezando a alejarse.

Riley se echГі a correr.

Por suerte, el VUD se detuvo. El vehГ­culo que estaba delante se habГ­a detenido para dejar a los peatones pasar y el VUD estaba atrapado detrГЎs de Г©l.

Riley llegГі al lado del conductor antes de que el VUD pudiera alejarse.

Vio a Albert Scarlatti en el asiento del conductor.

SacГі su arma y la apuntГі a la ventana, directamente a su cabeza.

—Se acabó, Scarlatti —gritó a todo pulmón.

Pero Scarlatti abriГі la puerta abierta inesperadamente, golpeГЎndola con ella. La pistola cayГі de su mano y al pavimento.

Riley estaba furiosa ahora, no solo con Scarlatti, sino con consigo misma por calcular mal la distancia entre ella y la puerta. Aunque se habГ­a dejado llevar por el pГЎnico, logrГі calmarse para pensar.

Este hombre no se irГ­a con Jilly.

Antes de que Scarlatti pudiera volver a cerrar la puerta, Riley metiГі su brazo adentro para bloquearla. Aunque la puerta golpeГі su brazo dolorosamente, no cerraba.

Riley abriГі la puerta de par en par y vio que Scarlatti no se habГ­a molestado en abrocharse el cinturГіn de seguridad.

Lo agarrГі por el brazo y lo arrastrГі fuera del auto.

Era un hombre grande y mГЎs fuerte de lo que esperaba. Г‰l se logrГі soltar y levantГі el puГ±o para pegarle en la cara. Pero Riley fue mГЎs rГЎpida. Lo golpeГі con fuerza en el plexo solar y escuchГі el viento salir de golpe de sus pulmones mientras se doblГі hacia adelante. Luego lo golpeГі en la nuca.

Se cayГі de bruces sobre el pavimento.

Riley encontrГі su arma y la enfundГі.

Para entonces, varios guardias de seguridad estaban a su alrededor. Afortunadamente, uno de ellos era el hombre al que se habГ­a enfrentado en la terminal.

—No pasa nada —les gritó el hombre a los otros guardias—. Ella es del FBI.

Los guardias preocupados obedientemente mantuvieron la distancia.

En ese momento, Riley oyó a Jilly gritar desde dentro del auto: —¡Mamá! ¡Abre la puerta!

Cuando Riley se acercГі al vehГ­culo, vio que la mujer, Barbara Long, estaba sentada en el asiento del copiloto y parecГ­a aterrada.

Sin decir una palabra, Riley tocГі el interruptor de desbloqueo que controlaba todas las puertas.

Jilly abriГі la puerta y saliГі del auto.

Barbara Long abriГі la puerta de su lado, como si tuviera la intenciГіn de escabullirse. Pero uno de los guardias la detuvo antes de que pudiera dar dos pasos.

Pareciendo completamente derrotado, Scarlatti estaba tratando de ponerse de pie.

Riley se preguntó: «¿Qué debo hacer con este tipo? ¿Arrestarlo? ¿Y qué de la mujer?»

ParecГ­a una pГ©rdida de tiempo y energГ­a. AdemГЎs, si lo acusaba, ella y Jilly estarГ­an atrapadas en Phoenix por varios dГ­as.

Mientras estaba tratando de decidirse, oyó la voz de Jilly detrás de ella: —¡Mamá, mira!

Riley se dio la vuelta y vio a Jilly sosteniendo una perrita con orejas grandes en sus brazos.

—Podrías dejar ir a mi ex-padre —dijo Jilly, con una sonrisa maliciosa— Después de todo, trajo de vuelta a mi perrita. Qué amable de su parte.

—Es… —espetó Riley asombrada, tratando de recordar el nombre de la cachorra de la que Jilly había hablado.

—Ella es Darby —dijo Jilly con orgullo—. Ahora se puede ir a casa con nosotras.

Riley vacilГі por un momento, y luego sintiГі una sonrisa formГЎndose en sus labios.

Miró a los guardias y dijo: —Encárguense de él como quieran. Y de su prometida también. Mi hija y yo tenemos que coger un avión.

Riley alejГі a Jilly y a la perrita de los guardias perplejos.

—Vamos —le dijo a Jilly—. Tenemos que encontrar una jaula. Y explicarle esto a la aerolínea.




CAPГЌTULO SIETE


Mientras el aviГіn descendГ­a hacia DC, Riley tenГ­a a Jilly acurrucada contra su hombro, tomando una siesta. Incluso la cachorra, nerviosa y llorona al inicio del vuelo, estaba tranquila ahora. Darby estaba durmiendo tranquilamente en la jaula que habГ­an comprado a toda prisa. Jilly le habГ­a explicado a Riley que Barbara se le habГ­a acercado afuera del baГ±o y convencido a ir con ella para buscar a Darby, alegando que ella odiaba los perros y que querГ­a que Jilly la tuviera. Cuando llegГі al auto, Barbara la metiГі dentro y cerrГі las puertas, y el auto se puso en marcha.

Ahora que todo el calvario habГ­a terminado, Riley se encontrГі pensando de nuevo en la extraГ±a llamada telefГіnica de Morgan Farrell.

—Maté al bastardo —le había dicho Morgan.

Riley habГ­a llamado a la policГ­a de Atlanta de inmediato, pero no habГ­a tenido noticias desde entonces, y tampoco habГ­a tenido tiempo de llamar para averiguar lo que habГ­a sucedido.

Se preguntГі si Morgan le habГ­a dicho la verdad o si Riley habГ­a llamado para nada.

ВїMorgan estaba en custodia?

A Riley le parecГ­a difГ­cil de creer que la mujer de aspecto frГЎgil habГ­a matado a nadie.

Pero Morgan habГ­a sido muy insistente.

Riley la recordó diciendo: —Estoy mirando su cuerpo tendido en la cama. Tiene cuchilladas por todas partes y sangró mucho.

Riley sabГ­a muy bien que incluso las personas menos sospechosas podrГ­an ser conducidas a extremos violentos. Por lo general ocurrГ­a por algo reprimido y oculto que estallaba bajo circunstancias extremas, haciГ©ndolas cometer actos aparentemente inhumanos.

Morgan también le había dicho: —He estado bastante ida últimamente, y tiendo a no recordar las cosas que hago.

Tal vez Morgan habГ­a fantaseado o alucinado todo el asunto.

Riley se recordГі a sГ­ misma: В«Lo que fuera que sucediГі, no es de mi incumbencia.В»

Era hora de que se centrara en su propia familia, la cual ahora incluГ­a dos hijas y, para su sorpresa, una perra.

Y ya era hora de volver al trabajo.

Pero Riley no pudo evitar pensar que despuГ©s de la audiencia de hoy y lo que habГ­a pasado en el aeropuerto, tal vez se merecГ­a un buen descanso. ВїNo deberГ­a tomarse otro dГ­a de licencia antes de volver a Quantico?

Riley suspirГі cuando cayГі en cuenta: В«Probablemente no.В»

Su trabajo era importante para ella. QuizГЎ era importante para el bien comГєn. Pero pensar de esa forma la preocupaba. ВїQuГ© clase de madre trabajaba dГ­a tras dГ­a para atrapar a los monstruos mГЎs feroces, a veces encontrando monstruosidad en sГ­ misma en el proceso?

SabГ­a que a veces no podГ­a evitar traer su trabajo sombrГ­o a casa, a veces incluso de la forma mГЎs extrema posible. Sus casos habГ­an puesto las vidas de las personas que amaba en peligro.

В«Pero es lo que hagoВ», pensГі.

Y en el fondo, sabГ­a que su trabajo era bueno. De alguna manera, se lo debГ­a a sus hijas seguir haciГ©ndolo, no solo para protegerlas de monstruos, sino para demostrarles que los monstruos podГ­an ser derrotados.

Necesitaba seguir siendo un ejemplo para ellas.

В«Es mejor asГ­В», pensГі.

Cuando el aviГіn se detuvo en la explanada, Riley sacudiГі a Jilly.

—Despierta, dormilona —le dijo—. Ya llegamos.

Jilly se quejГі un poco, y luego esbozГі una sonrisa cuando vio a la perra en su jaula. Darby acababa de despertarse y estaba mirando a Jilly y moviendo la cola alegremente.

Luego Jilly mirГі a Riley con alegrГ­a en sus ojos.

—Realmente lo logramos, mamá —dijo—. Ganamos.

Riley la abrazó fuertemente y dijo: —Claro que sí, cariño. Ahora realmente eres mi hija, y yo tu mamá. Y nada podrá cambiar eso.



*



Cuando Riley, Jilly y la perra llegaron a su casa adosada, April estaba esperГЎndolas en la puerta. Adentro estaba Blaine, el novio divorciado de Riley, y su hija de quince aГ±os de edad, Crystal, quien tambiГ©n era la mejor amiga de April. El ama de llaves guatemalteca de la familia, Gabriela, estaba mirando desde cerca.

Riley y Jilly habГ­an reportado las buenas noticias desde Phoenix y habГ­an llamado de nuevo al aterrizar para avisar que estaban de regreso, pero no habГ­an mencionado a la cachorra. Todos estaban allГ­ para recibir a Jilly, pero despuГ©s de un momento, April se inclinГі para mirar la jaula que Riley habГ­a colocado en el suelo.

—¿Qué es eso?—preguntó.

Jilly simplemente se echГі a reГ­r.

—Es algo vivo —dijo Crystal.

Jilly abriГі la jaula para que Darby saliera. TenГ­a los ojos bien abiertos y parecГ­a un poco preocupada.

—¡Dios mío! ¡Dios mío! —gritó Crystal.

—¡Tenemos una perrita! —chilló April—. ¡Tenemos una perrita!

Riley se echГі a reГ­r al recordar cuГЎn tranquila y serena habГ­a parecido April cuando hablaron la noche anterior. Ahora toda esa madurez adulta habГ­a desaparecido repentinamente, y April se estaba comportando como una adolescente otra vez. Era maravilloso.

Jilly tomГі a Darby en sus brazos. No le tomГі a la perra mucho tiempo comenzar a disfrutar de toda la atenciГіn.

Mientras las chicas continuaron hablando ruidosamente de la perra, Blaine le preguntó a Riley: —¿Cómo salió todo? ¿Ya está todo resuelto?

—Sí —le dijo Riley, sonriendo—. Se acabó. Jilly es legalmente mía.

Todos los demГЎs estaban demasiado entusiasmados con la perra como para hablar de la adopciГіn.

—¿Cuál es su nombre? —dijo April, sosteniendo la perra.

—Darby —le dijo Jilly a April.

—¿De dónde la sacaste? preguntó Crystal.

Riley se echó a reír y dijo: —Bueno, eso es toda una historia. Danos unos minutos para instalarnos y la contaremos.

—¿Qué raza es? —preguntó April.

—Parte Chihuahua, creo —dijo Jilly.

Gabriela tomГі la perra de las manos de April y la examinГі cuidadosamente.

—Sí, es parte Chihuahua, y también otras razas —dijo la mujer robusta—. Es una perra mestiza. Los perros mestizos son los mejores. Aunque le falta un poco por crecer, se quedará pequeña. ¡Bienvenida, Darby! ¡Nuestra casa es tuya también! —Le entregó la cachorra a Jilly y le dijo—: Necesitará agua y comida después de que todo se calme. Tengo unos restos de pollo que podemos darle más tarde, pero vamos a tener que comprar comida para perros pronto.

Siguiendo las instrucciones de Gabriela respecto a Darby, las chicas subieron las escaleras a toda prisa al cuarto de Jilly para hacerle una cama y dejar periГіdicos viejos en caso de que tuviera que ir al baГ±o durante la noche.

Entretanto, Gabriela sirviГі la comida, un delicioso plato guatemalteco llamado pollo encebollado. Pronto todos se sentaron a comer.

Blaine, quien era chef y dueГ±o de un restaurante, elogiГі la comida y le hizo un montГіn de preguntas a Gabriela sobre la misma. Luego la conversaciГіn girГі en torno hacia todo lo que habГ­a pasado en Phoenix. Jilly insistiГі en contar toda la historia. Blaine, Crystal, April y Gabriela escucharon boquiabiertos la escena salvaje en la sala de tribunal, y luego la aventura aГєn mГЎs salvaje en el aeropuerto.

Y, por supuesto, todo el mundo estaba encantado de escuchar sobre la nueva perra que habГ­a entrado en sus vidas.

«Somos una familia ahora —pensó Riley—. Y es genial estar en casa.»

TambiГ©n serГ­a genial volver al trabajo maГ±ana.

DespuГ©s del postre, Blaine y Crystal se fueron a casa, y April y Jilly fueron a la cocina para alimentar a Darby. Riley se sirviГі una copa y se sentГі en la sala de estar.

Se sintiГі relajarse mГЎs con cada minuto que pasaba. Aunque habГ­a sido un dГ­a de locos, ya se habГ­a acabado.

En ese momento, su telГ©fono sonГі, y vio que la llamada era de Atlanta.

Eso sorprendiГі a Riley. ВїPodrГ­a ser Morgan de nuevo? ВїQuiГ©n mГЎs la estarГ­a llamando desde Atlanta?

Ella cogió el teléfono y escuchó la voz de una mujer. —¿Agente Paige? Mi nombre es Jared Ruhl. Soy un oficial de policía aquí en Atlanta. La centralita de Quantico me dio tu número.

—¿Qué puedo hacer por ti, oficial Ruhl? —dijo Riley.

Con voz vacilante, Ruhl dijo: —Bueno, supongo que sabes que arrestamos a una mujer por el asesinato de Andrew Farrell anoche. Su esposa, Morgan. De hecho, ¿tú no eres la persona que lo reportó?

Riley se sintiГі inquieta.

—Sí —dijo.

—También he oído que Morgan Farrell te llamó justo después del asesinato, antes de llamar a nadie más.

—Eso es correcto.

En ese momento cayГі un silencio. Riley percibГ­a que Ruhl estaba luchando con lo que querГ­a decir.

Finalmente dijo: —Agente Paige, ¿qué sabes sobre Morgan Farrell?

Riley entrecerró los ojos con preocupación y dijo: —Oficial Ruhl, creo que no debo hacer ningún comentario. Realmente no sé nada de lo sucedido, y no es un caso del FBI.

—Entiendo. Lo siento, supongo que no debí haberte llamado… —Su voz se quebró y luego añadió—: Pero agente Paige, no creo que Morgan Farrell mató a su esposo. Soy nuevo, y sé que tengo mucho que aprender… pero no me parece una asesina.

Esas palabras sobresaltaron a Riley.

Morgan Farrell tampoco le habГ­a parecido una asesina. Pero tenГ­a que tener cuidado con lo que le decГ­a a Ruhl. No estaba del todo segura de que deberГ­a estar teniendo esta conversaciГіn en absoluto.

Ella le preguntó a Ruhl: —¿Ha confesado?

—Me dicen que sí. Y todo el mundo cree en su confesión. Mi compañero, el jefe de la policía, el fiscal—absolutamente todos. Excepto yo. Y no puedo evitar preguntarme si…

No terminГі su frase, pero Riley sabГ­a quГ© se estaba preguntando.

QuerГ­a saber si Riley creГ­a a Morgan capaz de asesinato.

Lentamente y con cautela, dijo: —Oficial Ruhl, aprecio su preocupación. Pero no es apropiado especular sobre el asunto. Supongo que es un caso local, y a menos que se le solicite al FBI ayudar en la investigación, bueno… francamente, no es asunto mío.

—Por supuesto, disculpa —dijo Ruhl educadamente—. Debí haberlo sabido. De todos modos, gracias por atender mi llamada. No te volveré a molestar.

FinalizГі la llamada, y Riley se quedГі mirando el telГ©fono mientras bebГ­a de su vaso.

Las chicas le pasaron por el lado, seguidas de cerca por la cachorra. Estaban de camino a la sala de estar para jugar, y Darby parecГ­a muy feliz.

Riley las vio pasar con una profunda sensaciГіn de satisfacciГіn. Pero entonces los recuerdos de Morgan Farrell comenzaron a invadir su mente.

Ella y su compaГ±ero, Bill Jeffreys, habГ­an ido a la mansiГіn de los Farrell para entrevistar al esposo de Morgan en relaciГіn con la muerte de su propio hijo.

RecordГі que Morgan habГ­a parecido casi demasiado dГ©bil como para estar de pie, apoyГЎndose contra el pasamano de la escalera mientras su esposo la miraba como si fuera un trofeo.

RecordГі la mirada distante y aterrada de la mujer.

También recordó lo que Andrew Farrell había dicho de ella tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído: —Una modelo muy famosa, tal vez la han visto en portadas de revistas.

Y con respecto a lo mucho menor que era Morgan, había añadido: —Una madrastra nunca debe ser mayor que el hijo mayor de su esposo. Me aseguré de eso con todas mis esposas.

Riley ahora sentГ­a la misma frialdad que habГ­a sentido en aquel entonces.

Para Andrew Farrell, Morgan obviamente no habГ­a sido nada mГЎs que una baratija costosa para mostrar en pГєblico, no un ser humano.

Finalmente Riley recordГі lo que le habГ­a pasado a la esposa anterior de Andrew Farrell.

Se habГ­a suicidado.

Riley le entregГі su tarjeta del FBI a Morgan FBI dado que le habГ­a preocupado que la mujer pudiera correr la misma suerte o morir en otras circunstancias siniestras. Lo Гєltimo que habГ­a imaginado era que Morgan matarГ­a a su esposo, o a cualquier otra persona.

Riley comenzó a sentir un cosquilleo familiar—el cosquilleo que sentía cuando sus instintos le decían que las cosas no eran lo que parecían.

Normalmente, ese cosquilleo era una seГ±al que le indicaba que debГ­a investigar mГЎs.

ВїPero ahora?

В«No, no es de mi incumbenciaВ», se dijo a sГ­ misma.

ВїO sГ­ lo era?

Mientras que estaba pensando en todo eso, su telГ©fono volviГі a sonar. Esta vez vio que la llamada era de Bill. Ella habГ­a enviado un mensaje de texto hace un rato diciГ©ndole que todo estaba bien y que estarГ­a en casa esta noche.

—Hola, Riley —dijo cuando atendió—. Solo llamo para ver cómo están las cosas. ¿Les fue bien en Phoenix?

—Gracias por llamar, Bill —respondió Riley—. Sí, se finalizó la adopción.

—Espero que no haya habido ningún incidente —dijo Bill.

Riley no pudo evitar reГ­rse.

—De hecho, hubo cierta violencia. Y una perra.

OyГі a Bill reГ­rse.

—¿Violencia y una perra? ¡Estoy intrigado! ¡Cuéntame más!

—Lo haré cuando nos veamos —dijo Riley—. Mejor te lo cuento todo cara a cara.

—Lo ansío. Bueno, supongo que nos vemos mañana en Quantico.

Riley se quedГі en silencio mientras sopesaba una extraГ±a decisiГіn.

Le dijo a Bill: —No creo. Creo que tomaré unos días más de descanso.

—Bueno, ciertamente lo mereces. Felicidades de nuevo.

Cuando finalizaron la llamada, Riley subiГі las escaleras a su dormitorio. EncendiГі su computadora y luego reservГі un vuelo a Atlanta para maГ±ana por la maГ±ana.




CAPГЌTULO OCHO


Para la tarde del dГ­a siguiente, Riley estaba sentada en la oficina del jefe de policГ­a de Atlanta, Elmo Stiles. El hombre grande y rudo no parecГ­a nada contento con lo que Riley le habГ­a estado diciendo.

Finalmente gruñó: —A ver si lo entiendo bien, agente Paige. Vino hasta aquí desde Quantico para entrevistar a Morgan Farrell, a quien tenemos en custodia por el asesinato de su esposo. Pero no solicitamos la ayuda del FBI. De hecho, el caso ya está cerrado. La esposa confesó. Morgan es culpable y eso es todo. Entonces, ¿qué haces aquí?

Riley trató de proyectar un aire de confianza y dijo: —Ya te lo dije. Necesito hablar con ella sobre otra cuestión, un caso completamente diferente.

Stiles la miró con escepticismo y dijo: —Un caso diferente del cual no me puedes hablar.

—Eso es correcto —dijo Riley.

Era mentira, por supuesto. Por enГ©sima vez desde que habГ­a volado desde DC esta maГ±ana, se preguntГі quГ© demonios estaba haciendo. Estaba acostumbrada a romper las reglas, pero estaba cruzando una lГ­nea pretendiendo estar aquГ­ por un caso del FBI inexistente.

ВїPor quГ© habГ­a creГ­do que esto podrГ­a ser buena idea?

—¿Y si digo que no? —dijo Stiles.

Riley sabía perfectamente bien que estaba en todo su derecho de hacerlo, y que tendría que irse si eso pasaba. Pero no quería decirlo. No le quedaba de otra que seguir mintiendo…y muy bien.

Ella dijo: —Jefe Stiles, créeme que no estaría aquí si no fuera sumamente importante y urgente. Simplemente no puedo decirte de qué se trata.

El jefe Stiles tamborileГі los dedos sobre la mesa por unos momentos.

Luego dijo: —Tu reputación te precede, agente Paige.

Riley se encogiГі un poco por dentro.

В«Eso podrГ­a ser bueno o maloВ», pensГі.

Era muy conocida y respetada por sus buenos instintos, su capacidad para entrar en la mente de asesinos y su habilidad para resolver casos aparentemente imposibles de resolver.

TambiГ©n era conocida por ser a veces una molestia y un tanto impredecible, y a menudo no les agradaba a las autoridades locales que tenГ­an que trabajar con ella.

No sabГ­a a cuГЎl de esas reputaciones podrГ­a estar refiriГ©ndose el jefe Stiles.

Deseaba poder leer sus gestos, pero tenГ­a una de esas caras que probablemente nunca parecГ­an satisfechas con nada.

Lo que Riley realmente temГ­a en este momento era la posibilidad de que Stiles podrГ­a hacer lo mГЎs lГіgico: coger el telГ©fono y llamar a Quantico para confirmar que estaba aquГ­ por un caso del FBI. Si lo hacГ­a, nadie en Quantico la cubrirГ­a. De hecho, se meterГ­a en muchos problemas.

В«Bueno, no serГ­a la primera vezВ», pensГі.

El jefe Stiles finalmente dejó de tamborilear con los dedos, se levantó de su escritorio y dijo: —Bueno, no soy quien para interponerme en el camino del FBI. Te llevaré a la celda de Morgan Farrell.

Conteniendo un suspiro de alivio, Riley se levantГі y siguiГі a Stiles fuera de su oficina. Mientras la conducГ­a a travГ©s de la comisarГ­a abarrotada de actividad, Riley se preguntГі si alguno de los policГ­as a su alrededor podrГ­a ser Jared Ruhl, el oficial que la habГ­a llamado la noche anterior. No lo reconocerГ­a si lo viera. Pero ВїГ©l sabГ­a quiГ©n era ella?

Riley esperaba que no fuera así, por su bien y el suyo. Recordó diciéndole por teléfono respecto a la muerte de Andrew Farrell: —Eso no es asunto mío.

HabГ­a dicho lo correcto, y serГ­a mejor para Ruhl si creГ­a que Riley se mantendrГ­a firme con su decisiГіn. Se podrГ­a meter en muchos problemas si el jefe Stiles descubrГ­a que la habГ­a consultado respecto al caso.

Mientras Stiles la condujo hasta la cГЎrcel, Riley estaba casi ensordecida por el ruido. Los prisioneros estaban golpeando las barras de las celdas y discutiendo entre ellos en voz alta. TambiГ©n estaban gritГЎndole a Riley mientras pasaba por sus celdas.

Stiles finalmente le ordenГі a un guardia abrir la celda ocupada por Morgan Farrell y Riley entrГі. La mujer estaba sentada en la cama mirando el piso, aparentemente inconsciente de que alguien habГ­a llegado.

Su apariencia impactГі a Riley. Riley recordaba a Morgan como una mujer extremadamente delgada y de aspecto frГЎgil. Se veГ­a aГєn mГЎs delgada y frГЎgil ahora, vestida con un mono naranja que parecГ­a demasiado grande para ella.

TambiГ©n parecГ­a estar muy agotada. La Гєltima vez que Riley la habГ­a visto, habГ­a estado completamente maquillada, pareciendo la modelo que habГ­a sido antes de casarse con Andrew Farrell. Sin maquillaje, parecГ­a sorprendentemente desaliГ±ada. Riley pensГі que alguien que no la conocГ­a podrГ­a creer que era una persona sin hogar.

En un tono bastante educado, el jefe Stiles le dijo a Morgan: —Señora, tiene una visita. La agente especial Riley Paige del FBI.

Morgan levantГі la mirada y mirГі a Riley fijamente, como si no estaba segura de si podrГ­a estar soГ±ando.

El jefe Stiles luego se volvió a Riley y le dijo: —Ven a hablar conmigo cuando termines.

Stiles saliГі de la celda y le dijo al guardia que cerrara la puerta detrГЎs de Г©l. Riley mirГі a su alrededor en bГєsqueda de cualquier vigilancia. No se sorprendiГі al ver una cГЎmara. Esperaba que no hubiera ningГєn dispositivo de audio. Lo Гєltimo que querГ­a era que Stiles o cualquier otra persona escuchara su conversaciГіn con Morgan Farrell. Pero ahora que estaba aquГ­, tenГ­a que correr ese riesgo.

Mientras Riley se sentГі en la cama junto a ella, Morgan continuГі mirГЎndola con incredulidad.

Con voz cansada, dijo: —Agente Paige. No la esperaba. Es amable de su parte que haya venido a verme, pero en realidad no fue necesario.

Riley dijo: —Solo quería…

Su voz se quebró y se encontró preguntándose: «¿Qué quiero exactamente?»

ВїQuГ© estaba haciendo aquГ­?

Finalmente Riley dijo: —¿Podría decirme qué pasó?

Morgan suspirГі profundamente.

—No hay mucho que contar. Maté a mi esposo. Y no lo lamento, créame. Pero ahora que lo hice… bueno, quisiera irme a casa.

Sus palabras impactaron a Riley. ВїLa mujer no entendГ­a la gravedad de su situaciГіn?

ВїNo sabГ­a que en Georgia habГ­a pena de muerte?

Morgan parecГ­a estar costГЎndole mantener la cabeza erguida. Se estremeciГі ante el sonido de los gritos estridentes de una mujer en una celda cercana.

Ella dijo: —Pensé que sería capaz de dormir aquí en la cárcel. ¡Pero escuche todo ese ruido! Es así todo el tiempo, veinticuatro horas al día.

Riley estudió la cara cansada de la mujer y le preguntó: —No ha dormido mucho, ¿verdad? ¿Desde hace mucho tiempo?

Morgan negГі con la cabeza.

—Llevo dos o tres semanas sin dormir. Andrew tuvo uno de sus estados de ánimo sádicos y decidió que no me dejaría sola ni me dejaría dormir. Es fácil para él… —Se detuvo, al parecer dándose cuenta de su error, y luego dijo—: Fue fácil para él hacerlo. Tenía una energía increíble. Tres o cuatro horas de sueño eran suficientes para él. Y últimamente pasaba mucho tiempo en casa. Así que me acosaba por todas partes, no me daba privacidad, entraba en mi dormitorio a todas horas, me obligaba a hacer… todo tipo de cosas…

Riley se sintiГі un poco enferma ante la idea de lo que podrГ­an ser esas В«cosasВ». Estaba segura de que Andrew habГ­a atormentado a Morgan sexualmente.

Morgan se encogió de hombros y dijo: —Supongo que finalmente exploté. Y lo maté. Por lo que he oído, lo apuñalé doce o trece veces.

—¿Por lo que ha oído? —preguntó Riley—. ¿No lo recuerda?

Morgan soltó un gemido de desesperación. —¿Tenemos que hablar de lo que recuerdo y no recuerdo? Bebí y tomé pastillas antes de que ocurriera y todo está borroso. Los policías me hicieron preguntas que solo me confundieron más. Si desea saber los detalles, estoy segura de que le permitirán leer mi confesión.

Riley sintiГі un cosquilleo extraГ±o ante esas palabras. AГєn no estaba segura de por quГ©.

—Quisiera que usted me lo dijera —dijo Riley.

Morgan frunció el ceño por un momento y luego dijo: —Supongo que decidí que… tenía que hacer algo. Esperé hasta que se fue a su dormitorio esa noche. Incluso entonces, no estaba segura de si estaba dormido o no. Llamé a su puerta, y no respondió. Abrí la puerta y lo vi en su cama, durmiendo. —Hizo una pausa para pensar y luego continuó—: Supongo que busqué algo para matarlo. Supongo que no encontré nada. Así que supongo que fui a la cocina y tomé el cuchillo. Luego volví y, bueno, supongo que me volví un poco loca apuñalándolo, porque terminé llena de sangre.

Riley tomГі nota de la frecuencia con la que estaba diciendo la palabra В«supongoВ».

Luego Morgan soltГі un suspiro de fastidio.

—¡Dejé un gran desastre! Espero que los empleados hayan limpiado todo. Traté de hacerlo yo misma, pero obviamente no soy buena para ese tipo de cosas, ni siquiera en las mejores circunstancias. —Luego Morgan respiró profundo y dijo—: Y luego la llamé. Y usted llamó a la policía. Gracias por encargarse de eso por mí. —Luego le sonrió con curiosidad a Riley y añadió—: Y gracias de nuevo por venir a verme. Fue muy dulce de su parte. Sin embargo, todavía no entiendo de qué trata todo esto.

Riley se estaba sintiendo cada vez mГЎs preocupada por la descripciГіn de Morgan de sus propias acciones.

В«Algo no estГЎ bienВ», pensГі.

Riley se detuvo a pensar por un momento y luego preguntó: —Morgan, ¿qué tipo de cuchillo era?




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